ENCONTRAR UNA VIDA NUEVA
La primera exposición de Thomas Merton sobre el bautismo se encuentra en el vivo relato de su recepción del sacramento en la iglesia del Corpus Christi de Manhattan el 16 de noviembre de 1938, como se describe en la autobiografía, La montaña de los siete círculos. En esta explícita descripción de la ceremonia hay poco de análisis del significado teológico del sacramento, aunque sí se mencionan la renovación de "la visión interior de Dios y de su Verdad" en la profesión del Credo; el simbolismo de la sal y su asociación con la sabiduría, "el sabor de las cosas divinas"; y el significado del exorcismo, el don del Espíritu de Dios y la expulsión de los espíritus impuros que habían dominado su vida antes de la conversión. Su preocupación porque esta alma nuevamente iluminada no vuelva a ser poseída por la oscuridad se repite como un eco en comentarios posteriores sobre la necesidad de la perseverancia: la tremenda responsabilidad, incumplida inicialmente, de vivir hasta el fin la nueva vida en el Espíritu comenzada en el bautismo.
Al tratar del bautismo en escritos posteriores, Merton subraya particularmente que es el don de una nueva identidad a través de la participación en la muerte y resurrección de Cristo. El significado pascual del sacramento tiene sus raíces en la doctrina paulina del bautismo como inmersión en la muerte de Cristo para así compartir la vida del Salvador resucitado. Así escribe en El hombre nuevo:
"La Pasión de Cristo nos es comunicada en el bautismo como remedio para nuestros pecados como si nosotros mismos hubiéramos muerto en la cruz. Al mismo tiempo, en el bautismo el poder de la resurrección fluye a nuestras almas, llevándonos a una vida nueva en Cristo".
Esta identificación con Cristo también puede entenderse como participación en una nueva creación con el nuevo Adán, como el tránsito de la esclavitud a la liberación en un nuevo éxodo con el nuevo Moisés, como ser introducidos en "todas las grandes obras de Dios desde la Creación hasta el Juicio Final".
(Tomado de: Diccionario de Thomas Merton; voz: bautismo)
Ser parte de todo...
¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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