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martes, 30 de junio de 2020

LOS DIARIOS DE THOMAS MERTON: CAMINO DE CONVERTIRSE EN MONJE Y ESCRITOR


El segundo volumen  publicado de los diarios de Thomas Merton (Entering the Silence, 1941-1952) es el más extenso de todos, y empieza con el día en que fué recibido oficialmente como postulante en la abadía de Gethsemani; concluye una década después con el famoso pasaje "Vigilante contra el fuego" (Fire Watch) en el que Merton, ya en ese momento Father Louis, es maestro de los nuevos monjes profesos. Es un recorrido nocturno a través del monasterio, a la vez que un viaje metafórico a través de su propia historia como monje trapense. 

 En realidad el diario no cubre totalmente el  período completo antes citado. El volumen consta de tres partes: la primera, tiene solo seis entradas (escritas entre el 13/12/1941-3/4/1942); son fragmentos salvados de su diario de novicio, que se habrían destruido a no ser por siete poemas escritos en esas páginas, y alguna prosa adyacente. 

Luego ya no hay material entre abril de 1942 y principios de 1945, cuando empieza la segunda parte, "A Journal-Memoir: Dom Frederic Dunne".Es una recopilación de entradas, escritas en el transcurso de tres años, centradas en el primer abad de Merton, y que tenían como propósito compartir recuerdos para una posible biografía. Estas notas fueron encontradas entre los papeles de otro monje, y son una muestra del respeto y cariño que tenía Merton a este abad, que le acogió en el monasterio y le animó a escribir.

La parte tercera es la más amplia y la más importante ("The Whale and the Ivy"/"La ballena y la Hiedra"), y parte de ella fue publicada como libro, bajo el título "El signo de Jonás" (es el libro de Merton que más leí, de modo continuado, durante varios años). Abarca  desde el 10/12/1946, quinto aniversario del ingreso de Merton en Gethsemani,  hasta el 5/7/1952, fecha que se da la vigilancia contra el fuego. 

 En conjunto, el diario de este período es más mundano, y contiene muchos detalles de rutinas ordinarias en la vida cotidiana, de lecturas de Merton, etc, y muchas de ellas no hicieron parte de El signo de Jonás. Son pasajes más testimoniales, en los que aparece Merton tratando de armonizar sus deseos de soledad con  la atareada vida trapense en un monasterio abarrotado, y su doble vocación de monje y escritor

 En este período que recoge este segundo volumen de los Diarios ocurrieron acontecimientos importantes en el proceso vocacional monástico de Merton: su profesión de votos solemnes, el 19 de marzo de 1947, su ordenación sacerdotal el 25 de mayo de 1949; en noviembre de ese mismo año comienza a dar clases de Sagrada Escritura, Historia Monástica y Espiritualidad a novicios y monjes jóvenes; y en mayo de 1951, es nombrado maestro de estudiantes, a cargo de los nuevos monjes profesos. 


Varios acontecimientos relacionados con el monasterio impactaron a Merton en este período: la muerte de un abad, Frederic Dunne (agosto, 1948), y la elección de uno nuevo, James Fox, que será su superior durante casi dos décadas. También la visita de Dom Gabriel Sortais, abad general, la celebración del centenario del monasterio, con nuevos proyectos de escritura para esa ocasión, el crecimiento de la comunidad, más de 200 monjes, que se alivia un poco con nuevas fundaciones en Utah y Carolina del Sur. 

 También esta es la etapa en que Thomas Merton se hace famoso, tras la publicación de su autobiografía, "La montaña de los siete círculos"; además publicó varios libros y folletos, entre ellos: "Semillas de Contemplación", "Las Aguas de Siloé", y "Ascenso a la Verdad". 

El diario recoge las luchas de Merton con problemas que lo inquietan y su modo de enfrentarlos; los principales son su deseo constante de una soledad mayor, que le hace plantearse una y otra vez la posibilidad de cambiarse a una orden más eremítica, y las dificultades que ve en "vivir la vida espiritual con el bagaje de un artista". Ninguno de estos problemas se resolverán por completo, pero Merton aceptará que forman parte de su búsqueda personal y que no tienen soluciones simples. La contradicción forma parte del camino, y va encajando los conflictos de modo que acaben convertidos en su modo singular de alcanzar la santidad.

Empieza a descomponerse un poco la visión con la que llegó al monasterio, demasiado maniquea, propia del entusiasmo de su conversión, y va entendiendo progresivamente que su vocación no implica dar la espalda al mundo. Poco a poco se irá preocupando y ocupando, desde su condición monástica, de los conflictos sociales y las batallas que libra la humanidad en ese momento. Escribe: "No creo que ser monje signifique vivir en la luna". Lo que conocemos como la "Epifanía de Louisville" (18/marzo/1958) no aconteció de pronto, de una vez, sino que se fue preparando desde estas fechas, tal y como lo refleja una entrada de los diarios del 3 de marzo de 1951: "He venido al monasterio para encontrar mi lugar en el mundo, y si no encuentro ese lugar estaré perdiendo el tiempo en el monasterio...".

El proyecto de Merton, de vivir plenamente su condición humana, a la par que su santidad como cristiano, comienza a gestarse a principio de los años 50, y dará sentido y razón a sus dos vocaciones: monje y escritor

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.