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martes, 9 de agosto de 2011

TODO EN DIOS.

Prefiero evitar la palabra “exclusividad” a la hora de hablar de Dios.
No podemos amar a Dios exclusivamente, sino “inclusivamente”, es decir, amándolo todo en él. Se trata de vivir una vida de vinculación total con Dios. Dios en el centro, Dios en el fundamento, Dios en el origen, pero sin ignorar, rechazar o despreciar todo lo demás. Aquí ayudaría entender que cuando decimos DIOS decimos TODO, el SER; si decimos DIOS y pensamos en “una parte” entonces no estaremos entendiendo adecuadamente lo que supone entregarse plenamente e incondicionalmente a él. Es absurdo y contraproducente oponer a Dios y los seres humanos; todo lo contrario, es importante vincularlos a ambos, de tal modo que toda búsqueda de Dios suponga un acercamiento a la Humanidad, y viceversa. Sólo así podemos entender que el todo está antes que una parte, pero que la parte alcanza su sentido y plenitud dentro del todo. Dios es nuestro hogar. Sin él somos extraños, forasteros, y olvidamos nuestra procedencia y nuestro destino. Desvincularnos de la “memoria” de Dios es desconectarnos de nuestra verdad esencial. Nos convertimos en fragmentos aislados, y por tanto sin fuerza; dejamos de ser parte del Todo y del UNO. La conexión con Dios no se realiza primordialmente mediante el HACER, sino a través del SER. Fomentar una espiritualidad que estimule el “estar con Dios” ante que el “hacer cosas para Dios”.

3 comentarios:

Delia dijo...

De acuerdo Manuel, ni conocer ni estar en Dios, ser en él...algo inefable, sólo se vive.
Gracias.

Anónimo dijo...

Tu reflexion del DIOS INCLUSIVO me invita a confirmar esta eleccion de SER:
Dios en mi, yo en los otros, los otros en mi, nos + otros en Dios, Dios en nos + otros y asi continúa la espiral que constituye sentido de la vida.
A tí, Señor, en los otros y para ellos en tí. A ustedes, otros, para vivir en, con, para Dios y juntamente para nosotros mismos.

Tu reflexión está respaldada para mí, por estas palabras de Uno, que me llegaron un día de desconcierto, cuando abrí el evangelio al azar...,buscando..., y que sentí como respuesta:

"..para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí..y el mundo conocerá..que yo los he amado a ellos como tú me amas a mi....Para que el amor con que tu me amas esté en ellos y también yo esté en ellos" (Jn.17)

Para mí, esto cumple tus palabras: vinculación total....somos parte del todo y del uno...conexion a través del ser...
Gracias Manuel,
Un abrazo
Sol

San dijo...

Como es habitual en tus reflexiones, Manuel, con pocas palabras logras hacer “diana” en el eje, en la sustancialidad de la espiritualidad caminante y buscadora de Dios. En nuestro caso, la espiritualidad cristiana, no resulta posible ni creíble un Dios, como tú dices, exclusivo, “fuera de”, “más allá”, separado de lo humano, de lo vivo, del mundo y todo lo existente. Del mismo modo que no son posibles los dualismos para ese Dios que es fondo y plenitud de todo. En Dios todo arraiga, y todo culmina en su Misterio. Lo verdaderamente importante, desde luego, es nuestro “ser” en Dios, descubrir las “raíces” que nos unen a lo eterno, experimentar que el Todo en el que respiramos no termina, sino que desborda la orilla de esta vida. Reconociendo que Dios trasciende siempre, pero la trascendencia de Dios no se puede confundir con separaciones y dualismos; confiamos y esperamos, porque creemos que nuestra auténtica humanidad es reflejo, presencia y latido de su ser profundo.
Dios es siempre más, un TODO que desborda siempre lo que hacemos y pensamos.
Lo expresas magníficamente, Manuel: la conexión con Dios se realiza primordialmente a través del Ser. Hace mucha falta fomentar esa espiritualidad a la que te refieres, porque creo que es la que fundamentalmente busca el hombre de hoy. La espiritualidad que va más allá, sin denostarlas ni rechazarlas todas, de las prácticas devocionales más tradicionales y ortodoxas y de las sacramentalidades institucionales.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.