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miércoles, 5 de diciembre de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA ESTE ADVIENTO

La Biblia recoge la historia de los encuentros y desencuentros entre Dios y la Humanidad, que se salda indudablemente a favor del primero, que se revela sobre todo como AMOR: un amor personal, infinito, gratuito e incondicional. A partir de aquí podemos hilvanar tres verdades fundamentales: 

Dios es amor, nosotros somos amados (el amor nos define, no el pecado), y juntos construimos un reino de amor (esa es la misión, el propósito que tenemos en la vida como discípulos). 

Prestemos atención a los iconos del Ángelus: El anuncio, la aceptación y el fruto. También nosotros, como discípulos, vivimos la misma dinámica espiritual: la gracia, la acogida y el fruto. Ahora en Adviento celebramos en la liturgia el misterio de esa dinámica espiritual: Las promesas de Dios son la gracia; la confianza y la esperanza son la acogida; el nacimiento espiritual de Cristo en nosotros es el fruto. Navidad es celebrar que el Hijo de Dios se hizo carne nuestra, se “encarnó”, pero también es que nosotros “demos a luz a Cristo para el mundo”. 

Estamos en un camino de liberación, y debemos trabajar para superar cualquier esclavitud; resaltamos la tríada clásica: el tener, el placer, el poder. 

Con el TENER nos referimos a la acumulación compulsiva de bienes materiales, que además no se comparten, y con las que intentamos definirnos. Soy importante, soy mejor, porque tengo más. Esto no implica desprecio de la materia, de lo material, ni mucho menos nos dispensa de buscar la justicia para que todos puedan tener lo necesario, lo debido. 

Con el PLACER nos referimos a la búsqueda compulsiva de experiencias sensibles, a la sexualidad desbordada sin amor y respeto del otro, al buscar cómo pasarlo bien sin que me importen las necesidades ajenas, a la dependencia del alcohol y la droga, a la necesidad de acumular sensaciones cada vez más intensas, como escape de la realidad… Esto no implica el rechazo del cuerpo, ni de la sexualidad humana, ni del derecho a pasarlo bien, al ocio sano. 

Con el PODER nos referimos al afán de dominio sobre los demás, al afán de control, que nos hace sentirnos por encima de las obligaciones comunes, dueño del destino de otros, no sujeto a las leyes sociales. Esto no implica rechazo a la buena política, que se preocupa del bien común, pero sí del partidismo que se aprovecha, de la corrupción, de la imposición de ideas.

En los tres casos dejamos de tener a Dios como centro, como eje, para poner un ídolo en su lugar; y ese ídolo nos hace sentir falsamente fuertes y más libres, cuando en realidad somos esclavos (dependientes) y nuestra condición humana se vuelve frágil, y de va degradando. 


Entendemos entonces por CONVERSIÓN el recuperar nuestra condición de hijos, nuestra libertad, y la plena comunión con Aquel que nos ama y nos sustenta en el ser. No es que estemos fuera de Dios, ni tampoco que tengamos que volver a Él; somos en Dios, pero la esclavitud o dependencia (el pecado) nos ciega, y no somos capaces de vernos en nuestra verdadera identidad de hijos. Y es Dios el que obra, el que sale a nuestro encuentro, el que vine siempre. 

Cada Adviento nos recuerda que siempre es Adviento. Que Dios sale siempre a nuestro encuentro en Cristo, y que nuestra tarea, usando las palabras del Bautista, es PREPARARLE UN CAMINO. ¿Cómo? 

1. Alimentando la conciencia de nuestra identidad: hijos amados de Dios., llamados a vivir en el amor, sin miedos, sin angustia, sin culpas inútiles. 

2. Manteniendo viva la certeza de una Presencia, sanadora y liberadora, en nosotros. ¿De qué modo? 

3. Lectura cotidiana de los Evangelios, diálogo con Jesús Maestro; aprovechamiento de los sacramentos, en especial la participación dominical en la Eucaristía, porque… 

4. El vínculo mayor con Dios lo tenemos cuando nos reunimos en su nombre, como pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, compartiendo con os hermanos/as la Palabra y la Mesa. 

5. Es todo lo anterior lo que nos permite vivir testimoniando a Dios con una vida buena, justa, rechazando todo lo que Dios rechaza. Lo primero es SER y como consecuencia, como fruto, está el HACER. Si descuidamos lo primero, entonces se hace más difícil e inalcanzable lo segundo.

¿Cómo debe vivir un cristiano? HACIENDO EL BIEN

Miremos a estas tres figuras del Adviento: El Ángel, la Virgen y el niño. No pretendemos obviar que en este camino están también los profetas de Israel, en especial Isaías, y Juan Bautista, a quien ya mencionamos, y también Isabel, la esposa de Zacarías, y el mismo José, custodio de la esperanza y del amor que viene. Pero queremos detenernos en los tres primeros, porque enlazan con el principio de nuestra reflexión del Ángelus: 

El ÁNGEL nos recuerda que Dios está pendiente siempre de nuestra vida, que acude siempre para poner su gracia, que nos rodea de mediaciones (personas, encuentros, acontecimientos) para patentizar su elección por nosotros. Somos hijas e hijos de Dios, y Dios no se olvida de sus hijos. 

La VIRGEN nos invita a la preparación interior, a la confianza, a la disponibilidad, al abandono. Dice Pablo que para los que aman a Dios todo se vuelve bendición, se vuelve cauce para la maduración y para una vida más plena. Aprender a decirle a Dios: aquí estoy, no temo, porque tú estás conmigo… que se haga vida en mí tu amor. Esto no es resignación, sino confianza y disponibilidad. Dios vela y Dios ama, y sus fruto será también de amor. 

JESÚS, el niño que nace en Navidad, es el don de Dios, es decir, no cosas de Dios, sino Dios mismo. Con frecuencia nos volvemos reclamadores, exigentes de cosas, milagros, caprichos… pero cuando el mismo Dios viene le cerramos la puerta. Nos da miedo que nazca y crezca Dios en nuestra vida. 

De todo lo anterior ya podemos ir sacando conclusiones acerca de lo que es e implica el Adviento y la Navidad que preparamos. Cada tiempo litúrgico realiza en nosotros el misterio del encuentro en Dios y nuestra humanidad, y la vida de Cristo se hace carne en nuestra propia carne… ese es el mayor milagro de la fe. Que en nosotros Cristo recorra los caminos del mundo haciendo el bien, sanando y perdonando, gritando que el Reino está cerca y que Dios nos ama, que es Amor.

Fray Manuel de Jesús, ocd.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.