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sábado, 22 de diciembre de 2018

DIOS Y LA VERDADERA ALEGRÍA

"En la vida del hombre tiene la alegría mucho que ver con Dios. La criatura puede proporcionar alegría o ser ocasión de alegría para el hombre de múltiples maneras; pero el lograrlo depende de si el hombre es todavía un sujeto capaz de sentir la alegría y darse cuenta de ella. Esto, a su vez, depende de las relaciones que el hombre mantenga con Dios. Únicamente en Dios es capaz el hombre de la vitalidad plena. Sin Dios, el hombre es un enfermo crónico. Y esa enfermedad contamina  también la alegría y la capacidad de vivir alegres. Por eso ha hecho el hombre tanto alboroto sobre su alegría mientras todavía tenía tiempo para hacerlo.Hasta que llegó un momento en que ya no pudo más. El mundo, convertido en cárcel, le acaparó tan intensamente que incluso la alegría quedó valorada y reducida a un medio de volver al compromiso por la lucha. 

Si el hombre pretende ser sujeto de la verdadera alegría, tiene que situarse en un orden concreto y en relación con Dios. También la capacidad para la verdadera alegría y la misma vitalidad plena en la alegría dependen de determinadas circunstancias de la vida humana, de determinados comportamientos ante Dios. Allí donde la vida no se entiende como fundamentada y realizada en comunidad con Dios, todo se torna gris, triste y puro cálculo. 

Cómo tenemos que vivir para ser capaces de la verdadera alegría? La pregunta debe hoy atraer nuestra atención más que en otros tiempos. El hombre debe tomar su alegría tan en serio como se toma a sí mismo. Y ha de tener en sí mismo, en su corazón y en su Dios la certeza de haber sido creado para la alegría, incluso en el tiempo de la noche y de la prueba. Es decir, para una vida plena y consciente de su propio sentido, segura de sus posibilidades, conocedora del camino de la plenitud en alianza con todos los buenos espíritus y fuerzas divinas, que se sabe bendecida, enviada y tocada interiormente por el mismo Dios.

Cómo tiene que vivir el hombre para que esta dicha brote de su corazón, resplandezca en su rostro y en sus ojos, ponga en sus manos un poder de trasmitir felicidad y completarla?

La condiciones de la verdadera alegría no son las condiciones de la vida exterior; significan una íntima constitución y competencia del hombre que le permitirá al menos alguna vez conjeturar, incluso en las más adversas circunstancias, cuál es en realidad el sentido de la vida...".

Alfred Delp
Escritos desde la prisión
SalTerrae

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.