Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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sábado, 8 de octubre de 2011
SJ: FREDERIC DUNNE
“En el siglo, cuando un hombre se convierte en escritor, le es fácil adaptarse a ese estado con solo imitar a los demás escritores en los círculos literarios que frecuenta. Pero un autor en un monasterio trapense es como un pato en un gallinero. Y daría cualquier cosa por no ser pato” (113).
El abad Frederic Dunne jugó un papel fundamental en la vocación de TM, al estimular su condición de escritor y acompañar sus primeros pasos monásticos:
“Existe una persona que, en cierto modo, es más responsable de la obra que yo, como lo es también de mis otros escritos. Me refiero al padre Dom Frederic Dunne, mi padre espiritual, el abad que me recibió como postulante, quien me entregó el hábito de novicio un frío domingo de Cuaresma, hallándose gravísimamente enfermo de pulmonía, y aceptó después mis votos simples y mi profesión solemne. Dom Frederic formó y modeló todo mi destino monástico. Él y Dom Robert, mi maestro de noviciado, decidieron que yo escribiera libros. Con bondad y firmeza me alentó, e incluso me ordenó que continuara, ayudándome a vencer mis aprensiones. Al propio tiempo continuó haciéndome ver por todos los medios, paciente y discretamente, que mis escritos no tenían por qué perturbar mi vida de oración. Antes, al contrario, requerirían de mí una comunión íntima con Dios. Así, aunque en ocasiones no he sabido ver que esto fuera así, bien entiendo ahora que Dom Frederic no sólo fue quien me hizo escritor, sino quien ordenó mi vida, bajo la guía de la Divina Providencia, de tal modo que se me ofrecieron oportunidades mucho mayores que antes para convertirme en un contemplativo en Getsemaní”.
En la vida de cada persona hay siempre guías y maestros providenciales que le ayudan a encausarse en la vía espiritual; desde su autobiografía TM habla de algunos de ellos, y aquí dedica un breve capítulo de su libro a recordar agradecido a quien fuera su primer abad.
“Jamás olvidaré la sencillez y el afecto con que puso en mis manos el primer ejemplar del libro (se refiere a “La montaña de los siete círculos”). No dijo una palabra. Me entregó el volumen y se sintió satisfecho ante mi sorpresa. Pero me di cuenta de que su alegría superaba a la que yo pudiera experimentar.
Pocos días después me aconsejó que siguiera escribiendo, que amara a Dios, que fuera un hombre humilde y de oración, que mi conducta respondiera a la de un monje contemplativo y que enseñara a los hombres a penetrar el misterio del amor de Dios”.
Cuenta TM que esa fue la última vez que le habló, pues esa misma noche, viajando en tren a Georgia, falleció de un ataque al corazón. A Dom Frederic le sucedió Dom James Fox.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
1 comentario:
Por una parte, genial siempre el sentido del humor de Merton, que en este fragmento se manifiesta en su forma de escenificar la posible influencia de sus circunstancias monásticas en su faceta de escritor.
Y por otro lado, veo muy valorable su gesto de reconocimiento y gratitud hacia esa persona. Reconocer, agradecer, valorar… son acciones importantes, muchas veces más necesarias para el que las manifiesta que para el que las recibe. Y no siempre es fácil ni sencillo ser agradecido, hacerlo de la manera adecuada, en el momento preciso, en la medida oportuna.
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