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jueves, 12 de abril de 2012
TM. Camino al sacerdocio.
El 30 de mayo de 1948, en un día de retiro, Merton escribe:
“He pasado un mal rato tratando de imaginar qué es lo que va a significar para mí el hecho de hacerme sacerdote. A veces me aterroriza la idea de entrar a formar parte de una casta llena de limitaciones espirituales y de rigidez, pero el sacerdocio no es realmente eso, aunque algunas personas lo presenten de esa manera. En último término, la única solución a ese problema está en la obediencia. Yo sigo adelante por obediencia. Si mis superiores desean que yo sea sacerdote, esto por lo menos es sensato. Dios lo quiere, y quiere que sea algo bueno para mí, aunque puede comportar una muerte inimaginable”.
A Merton le ha constado insertarse en ese mundo medieval que se conforma por las observancias monacales, y también su formación cultural le hace ver más allá del ideal que durante esos años conservaba, aunque siempre matizado de ironía y humor, con lo que desmontaba una comprensión excesivamente piadosa de la realidad. Siempre es crítico con la fealdad o ñoñería de ciertas imágenes y devociones católicas. También entonces tendrá que purificar y redescubrir el sentido de su vocación sacerdotal; de ahí esa frase que apunta el texto anterior, el sacerdocio visto como “una casta llena de limitaciones espirituales y de rigidez”, y entendido, a fin de cuentas, como “una muerte inimaginable”. En él hay siempre un elemento de libertad y autonomía que se resiste, y escribe en esa misma entrada del diario: “A veces quiero huir, ser un vagabundo y recorrer los caminos sin nada”.
Meses después, casi al terminar el año 1948, escribe que puede ver “cuán incompleta e inmadura ha sido hasta ahora mi noción de la vocación sacerdotal” , y se prepara para recibir el diaconado, estudiando los ritos y funciones concretas de cada ministerio litúrgico en la vida monástica: “Estoy dispuesto a amar la liturgia sobre todas las cosas”. Su ordenación sacerdotal, para la que se prepara junto con otro monje, se pospone en varias ocasiones, por motivos diversos, y finalmente se fija la fecha del 26 de mayo de 1949. Algunos elementos de interés que pueden resaltarse en este período preparatorio: se siente solidario con sacerdotes que son perseguidos, en particular los que viven en países comunistas. Puede mirar atrás y reconocer que aquellos sentimientos negativos respecto al sacerdocio han desaparecido , y que ahora puede ver, definitivamente, que “las órdenes mayores son una de las grandes gracias de mi vida”.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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