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domingo, 8 de enero de 2017

LA EXTRAÑA PALABRA FELICIDAD.

"La noche pasada, después de una vigilia de oración en la capilla del noviciado (de hecho, no estuve a la altura de las circunstancias, anduve un tanto desorganizado y distraído), me fui a la cama en el eremitorio  ya tarde en la noche. Todo tranquilo. Ninguna luz encendida ni en la granja de Boone ni en la de Newton. Frío. Estuve tumbado en la cama tomando conciencia de que Yo era feliz. Dije la extraña palabra felicidad y comprendí que estaba allí, no como una cosa u objeto, simplemente estaba presente. Y yo era eso. Al dirigirme esta mañana al monasterio, contemplando el manto de estrellas que se extendía por encima de las ramas desnudas del bosque, me impactó súbitamente el pleno revestimiento de sentido, si es que se puede hablar así, que muestra cada cosa. Sentia que la inmensa misericordia de Dios me protegía, que el Señor en su infinita bondad había vuelto su rostro hacia mí y me había hecho el don de esta vocación por puro amor, que este había sido siempre su propósito, que mis temores, quebraderos de cabeza y desesperación habían sido desproporcionadamente alocados y pueriles. Independientemente de lo que cualquiera otro pueda hacer o decir, independientemente de lo que pueda dictar o valorar, todo es irrelevante en la realidad de mi vocación a la soledad, incluso a pesar de que yo no soy un eremita típico. Tal vez todo lo contrario. No importa como se me pueda o no clasificar. A la luz de este simple hecho del amor de Dios y de la forma que el mismo ha tomado en el misterio de mi vida, las clasificaciones resultan irrisorias. No tengo ya la mínima necesidad de ocupar mi mente con ellas, si es que alguna vez lo hice, al menos con referencia a este tema.
La única respuesta es salir de tí mismo con todo lo que eres, que es nada, y arrojar esa nada en acción de gracias a Dios, que es el que es. Todo discurso es impertinente. Destruye la simplicidad de ese no ser nada ante Dios al dar a entender que nada ha sido algo. "
9 de diciembre de 1964.

THOMAS MERTON. Diarios. 

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.