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viernes, 28 de octubre de 2022

VOCACIÓN PROFÉTICA

"Durante siglos la Iglesia se ha involucrado en el poder de este mundo. La Iglesia misma es, en verdad, un poder terrenal. El gran problema de la vida contemplativa, de la vida religiosa, del sacerdocio y de cada uno de nosotros es que hemos sido corrompidos por ese poder. Hemos sido utilizados por esa estructura para justificar una política de poder en el seno de la Iglesia. Cualquiera de los argumentos en torno a la esencia de la vida contemplativa provenientes del sector conservador apunta en esa dirección. Los contemplativos son considerados, por excelencia, como personas que aceptan sin cuestionar todo cuanto viene de la jerarquía. Nos han convertido en el grupo religioso que venera y justifica a ese poder. «Ved a esas criaturas humildes, santas. Ellas saben que nuestro poder proviene de Dios». Podríamos estar involucrándonos en una de las 80 grandes formas de la idolatría. No deliberadamente, pero podría interpretarse que esa es nuestra actitud. 

Está claro que las cosas que hacemos de buena fe, las que hemos hecho en nombre de la obediencia y los sacrificios que hemos realizado no están perdidos para nosotros, como individuos. Dios lo toma todo en cuenta. Pero eso a la Iglesia no le hace ningún favor; puede incluso ser un escollo en su camino. Tenemos que reflexionar sobre eso. Si hemos de tomar en serio nuestra vocación profética, no podemos dejar de examinar este aspecto. Dios protegerá, sin duda, a la persona que obedece de buena voluntad. Pero eso no significa que le esté haciendo a la Iglesia ningún bien".
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"Los miembros de la jerarquía se han imbuido de cierta forma de pensar, y ahora están en un espantoso atolladero. Un verdadero círculo vicioso. «No es una cuestión de opinión; es una cuestión de verdad, son cosas de la fe, cosas de Dios». Y de este modo se excluye toda posibilidad de disensión, no hay cabida para la discusión o la argumentación. El que disiente es un hereje".

Thomas Merton, Los manantiales de la contemplación

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.