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miércoles, 25 de noviembre de 2009

San Bernardo en Thomas Merton, 2.

4- Encuentro destacables algunos aspectos que parecen vincular la trayectoria de Bernardo con la del propio TM; por ejemplo, escribe: “Una de las cosas de que huyó Bernardo al sumergirse en la soledad del Cister parece que fue la ambición literaria” (69). Vincula la obra de Bernardo con el renacimiento humanístico del siglo XII, y descubre que su teología y su mística están vinculadas: “San Bernardo no es un teólogo en el sentido moderno y técnico en que esta palabra designa al hombre que emprende el estudio científico de tesis dogmáticas. Su teología va unida a su experiencia personal, y esta sólo es un reflejo, un testimonio, de toda la Iglesia orante” (72). Es decir, refleja la fe de Bernardo, y la fe de su época. Aspectos importantes que descubre TM en Bernardo: centralidad de Cristo, devoción de Bernardo a la humanidad de Cristo. Habla del “punto culminante el humanismo cristiano de Bernardo”, y afirma: “El amor de Dios no es algo que pueda injertarse en la vida humana, en caso de necesidad, para serle útil. El amor de Dios es la única razón de ser del hombre. Mientras el hombre no ame a Dios, no ha empezado a vivir” (77). Vincula Bernardo, según TM, amor y libertad, y prefiere hablar, no tanto de perdernos en Dios, sino de ser hallados en Él, con toda nuestra realidad individual y personal (78). (Personalmente creo que hay en TM una huella humanista que, lejos de apagar su amor por Cristo, lo enriquece y eleva, permitiéndole tener una visión espiritual más larga). También en el pensamiento teológico espiritual de Bernardo hay una síntesis entre el misterio de Cristo y el misterio de los que se identifican con Él, es decir, Cristo y la Iglesia. Bernardo es un hombre de Iglesia. Acento en la ENCARNACIÓN, y en el misterio de la presencia de Cristo en el mundo, y ello a causa de la infinita misericordia de Dios. Cuando el hombre ama a Dios con todo su corazón, el hombre se convierte en divino, es uno con Cristo, imagen de la imagen perfecta del Padre (100-101).


5- Finalmente, otra cita sobre la santidad: “Aspirar a una santidad que da ocasión de admirarse a sí mismo y ser admirado de los demás es el peor de los caminos para hacerse santo: la complacencia en sí mismo, la mirada sobre sí mismo, es lo contrario de la santidad” (128). Y también. “La santidad de los santos no es nunca más que un aspecto de la santidad de Jesucristo. Hacemos nuestras las virtudes de nuestro redentor por la unión de nuestra voluntad con su gracia” (136-137). Otros dos aspectos vinculantes del pensamiento de Bernardo con TM presentes en este comentario serían la relación entre santidad y amor fraterno, y la presencia de María en la santidad del cristiano. “Si la realidad del amor de Dios no nos conmueve, nos será imposible respetar las obligaciones de la caridad fraterna o incluso los de la estricta justicia que debemos a los hombres con quienes convivimos” (132). En el caso de María, TM afirma que la santidad de María es digna de ser comparada con la divina santidad de su Hijo (140); no comparto esta frase tan radical; incluso parece estar de acuerdo en la posibilidad de que se declare como dogma la mediación universal de María.

6- Para el final, apunta: “Estamos llamados a ser santos no por nuestras fuerzas, puesto que carecemos completamente de ellas, sino por la fuerza que comunica la cruz de Cristo”(143); “No estamos llamados únicamente a temer a Dios o a honrarle: estamos llamados a amarle con todas nuestras fuerzas; amarle hasta olvidarnos radicalmente de nosotros mismos; hasta identificarnos con Él”(144).



Las citas están tomadas de la versión del libro publicada por PATMOS, 1956

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que el humanismo atrae. Pero de ahí a decir que en el siglo XII se produce un renacimiento humanista. Pasaron más de 200 años para hablar de humanismo y renacimiento en Europa.
El siglo XII y el Cister, incluido San Bernardo y otros santos coetáneos, tienen un lugar, una época y una filosofía. Que ha sido estudiada, contrastada y publicada.

Inés García, aci dijo...

Gracias p.Manuel por compartirnos esta reflexión sobre la santidad en san Bernardo y por animarnos a meditar sobre este tema en el blog.
Como la santidad viene de Jesucristo, y de la confianza que tengamos en El, es bueno animarnos unos a otros a desear y pedir a Dios ser santos, o por lo menos a tener deseos de deseos de ser santos, y esperar en la misericordia infinita.
Yo me quedo con los parrafos de TM:(132),(143),(144) para seguir meditando y comparto la siguiente oración de petición que pienso tiene un estilo mertoniano, ¿cierto? :

¡Oh Dios!, envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.

Danos locos, chiflados, apasionados, hombres capaces de dar el salto hacia la inseguridad, hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza; danos locos, que acepten diluirse en la masa sin pretensiones de erigirse un escabel, que no utilicen su superioridad en su provecho.

Danos locos, locos del presente, enamorados de una forma de vida sencilla, amantes de la paz, puros de conciencia, resueltos a nunca traicionar, capaces de aceptar cualquier tarea, de acudir donde sea, libres y obedientes, espontáneos y tenaces, dulces y fuertes. Danos locos, Señor; danos locos.(creado por Comisión Interprovincial de Pastoral http://vocacionesjesuitas.blogspot.com/)

Un saludo fraterno, y mi oración por los que buscan a Dios con corazón sincero para que todos seamos hallados en El,
h.ines

San dijo...

Además de por ser santo, en España se conoce a Bernardo por ser el introductor del Cister, orden que levantó importantes joyas arquitectónicas. Él mismo intervino en la fundación de cinco monasterios, que son hoy auténticos tesoros histórico-artísticos. Lugares de enriquecimiento para el espíritu y la sensibilidad artística, y gozo especial para los ojos amantes del románico: Veruela (Zaragoza), Las Huelgas (Burgos), Poblet y Santes Creus (Tarragona) y La Oliva (Navarra).

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.