Según afirma F. Beltrán, Merton encontró en la Iglesia Católica una fraternidad real y universal, por encima de cualquier división, e incluso por encima del propio confinamiento católico (1) . Para Merton, es esencial, en su comprensión de la llamada a la santidad, el sentirse Iglesia: “El sentire cum Ecclesia es libertad. Catolicidad. El individualismo es otra forma de limitación: es la falsa libertad, la separación de Cristo” (2) . Acaba comprendiendo que su santidad depende en buena medida de los otros: “Si llego a serlo –ser santo- será por las oraciones de otras personas que, aun siendo mejores que yo, desean, no obstante, que ore por ellas” (3). Merton reconoce que su elección monástica le ayudará a descubrir su lugar o misión en el mundo, que necesita de su vocación contemplativa, tanto como él necesita de los demás para vivir su vocación. Merton, siente, sin embargo, que la pertenencia a la Iglesia ha de entenderse y vivirse de una manera nueva (4) , y en la medida en que va madurando vocacional y espiritualmente se hace preguntas nuevas (5) , y se siente convocado a una mayor apertura, a una “catolicidad” más plena. En abril de 1957 escribe:
“Si soy capaz de unir en mí mismo, en mi propia vida espiritual, el pensamiento de Oriente y Occidente, de los Padres griegos y latinos, crearé en mí mismo una reunificación de la Iglesia dividida y, de esta unidad en mí mismo, podría derivarse la unidad externa y visible de la Iglesia. Porque si queremos que Oriente y Occidente alcancen la unidad, no lo conseguiremos haciendo que uno se imponga al otro. Hemos de dar cabida a ambos en nosotros mismos y trascenderlos a ambos en Cristo” (6).
En febrero del año siguiente lo expresa aun más claramente:
“Ser capaz, en la medida de lo posible, de extender los brazos y abarcar todos los extremos y contenerlos en uno mismo sin confusión: sin eclecticismo, sin diletantismo, sin falso misticismo, sin experimentar divisiones interiores”(7) .
Esto, porque, según Merton, su comprensión de Dios ha estado limitada por el mundo monástico, y ese mundo es muy pequeño. Necesita ir más allá, “hacia algo nuevo y mucho más importante. Debo ver y abrazar a Dios en el mundo entero”(8) . Una gran apertura espiritual caracterizará el itinerario monástico de Merton, y está resumido en otra frase de sus diarios: “La vida cristiana, y especialmente la vida contemplativa, es un continuo descubrimiento de Cristo en nuevos e inesperados lugares”(9) . Merton puede reconocer los valores de la comunidad monástica, pero al mismo tiempo entiende que esta puede llegar a convertirse en una ficción, y que necesita abrirse a nuevos horizontes (10) .
Dicho lo anterior, es importante afirmar el amor de TM por la Iglesia, que tiene como fundamento inconmovible su propia experiencia personal en el momento de su conversión, y que no cambiará ninguna de sus posturas o reflexiones posteriores. Baste un texto suyo de 1966, que es una verdadera profesión de confianza en la Iglesia:
“Puesto que soy católico, creo, por supuesto, que mi Iglesia me garantiza la más alta libertad espiritual. No sería católico si no lo creyera. No sería católico si la Iglesia fuera meramente una organización, una institución colectiva, con reglas y leyes que exigieran la conformidad externa de sus miembros. Veo las leyes de la Iglesia y todos los diversos modos como ejerce su autoridad de enseñanza y jurisdicción, como algo subordinado al Espíritu Santo y a la ley del amor. Sé que mi Iglesia no parece ser así a los que están fuera de ella: para ellos la Iglesia actúa sobre un principio de autoridad pero no de libertad. Se equivocan. En Cristo y en su Espíritu es donde se encuentra la verdadera libertad, y la Iglesia su Cuerpo, viviendo por su Espíritu” .
Notas:
1. LCA, 69. Dice F. Beltrán que para TM, el verdadero catolicismo no consiste tanto en actuar de acuerdo a un estándar de verdad abstracto, ni su universalidad se ha de confundir con un discurso teológico totalitario y uniformizador, sino antes bien con la comunión espiritual y concreta con los gozos y sufrimientos de toda la humanidad. LCA, 118.
2. SJ; 345.
3. SJ, 363.
4. En CEC, 172: “Ser verdaderamente católicos no es meramente ser correctos según un canon de verdad abstractamente universal, sino también y sobre todo, ser capaz de entrar en los problemas y las alegrías de todos, comprender a todos, serlo todo para todos”.
5. CEC, 48. “Por ejemplo, qué pasa con la santidad de la Iglesia. ¿Se trata simplemente de declarar que la Iglesia es Cristo hecho presente visiblemente en el mundo; que en ella resplandece la santidad de Cristo para que la vean todos? ¿Y habría que declararlo esto de un modo que no hiciera distinción entre la Iglesia como comunidad de personas unidas en el amor, y como institución en que los individuos están organizados por la ley, de modo que su obediencia a la ley llega a ser, de hecho, una epifanía de la santidad de Cristo? ¿Y eso significaría que eso mismo es evidente para todos los elegidos, y que no se requiere más prueba de santidad? ¿Qué la rectitud de los que obedecen a las leyes es en realidad una prenda a la vez de santidad y de felicidad? ¿Qué su disciplina es alegría? ¿Qué los que no lo ven están ciegos por mala voluntad y pecado? ¿Qué la prueba de santidad de la Iglesia es quizá que los piadosos ven que la obediencia ciega es piadosa y los impíos no la ven?”.
6. DI, 169 y CEC, 22 y 134.
7. DI, 175.
8. DI, 181.
9. SJ, 320.
10. “Creo que hemos llegado a una etapa de madurez religiosa en la cual puede ser posible que alguien permanezca fiel a su compromiso monástico cristiano y occidental y a la vez aprender en profundidad de una disciplina y experiencia, digamos, budista o hindú. Creo que algunos de nosotros necesitamos hacer eso para mejorar la calidad de nuestra propia vida monástica y para ayudar en la tarea de la renovación monástica que se ha emprendido en la Iglesia de occidente”. Thomas Merton; citado por F. Beltrán, en: LCA, 150.
3 comentarios:
este artículo es muy importante para una investigacion que realizo en este momento, pero no estoy familiarizado con las siglas de las notas, podria ayudarme para buscarlas, gracias. (edwinrmz@gmail.com)
Edwin: Las siglas de las notas corresponden a libros de o sobre T. Por ejemplo: SJ, Signo de Jonás; DI y DII, diarios, tomo primero y segundo; LCA, un libro publicado en San Pablo, La contemplación en la acción, de F. Beltrán Llavador, y CEC, conjeturas de un espectador culpable, de Merton. Espero te sea útil la información, y no dudes en preguntar.
Muchas gracias esta informacion es muy util para mi trabajo de grado.
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