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martes, 12 de enero de 2010

SANTIDAD Y CATOLICIDAD

Según afirma F. Beltrán, Merton encontró en la Iglesia Católica una fraternidad real y universal, por encima de cualquier división, e incluso por encima del propio confinamiento católico (1) . Para Merton, es esencial, en su comprensión de la llamada a la santidad, el sentirse Iglesia: “El sentire cum Ecclesia es libertad. Catolicidad. El individualismo es otra forma de limitación: es la falsa libertad, la separación de Cristo” (2) . Acaba comprendiendo que su santidad depende en buena medida de los otros: “Si llego a serlo –ser santo- será por las oraciones de otras personas que, aun siendo mejores que yo, desean, no obstante, que ore por ellas” (3). Merton reconoce que su elección monástica le ayudará a descubrir su lugar o misión en el mundo, que necesita de su vocación contemplativa, tanto como él necesita de los demás para vivir su vocación. Merton, siente, sin embargo, que la pertenencia a la Iglesia ha de entenderse y vivirse de una manera nueva (4) , y en la medida en que va madurando vocacional y espiritualmente se hace preguntas nuevas (5) , y se siente convocado a una mayor apertura, a una “catolicidad” más plena. En abril de 1957 escribe:


Si soy capaz de unir en mí mismo, en mi propia vida espiritual, el pensamiento de Oriente y Occidente, de los Padres griegos y latinos, crearé en mí mismo una reunificación de la Iglesia dividida y, de esta unidad en mí mismo, podría derivarse la unidad externa y visible de la Iglesia. Porque si queremos que Oriente y Occidente alcancen la unidad, no lo conseguiremos haciendo que uno se imponga al otro. Hemos de dar cabida a ambos en nosotros mismos y trascenderlos a ambos en Cristo” (6).

En febrero del año siguiente lo expresa aun más claramente:

Ser capaz, en la medida de lo posible, de extender los brazos y abarcar todos los extremos y contenerlos en uno mismo sin confusión: sin eclecticismo, sin diletantismo, sin falso misticismo, sin experimentar divisiones interiores”(7) .

Esto, porque, según Merton, su comprensión de Dios ha estado limitada por el mundo monástico, y ese mundo es muy pequeño. Necesita ir más allá, “hacia algo nuevo y mucho más importante. Debo ver y abrazar a Dios en el mundo entero”(8) . Una gran apertura espiritual caracterizará el itinerario monástico de Merton, y está resumido en otra frase de sus diarios: “La vida cristiana, y especialmente la vida contemplativa, es un continuo descubrimiento de Cristo en nuevos e inesperados lugares”(9) . Merton puede reconocer los valores de la comunidad monástica, pero al mismo tiempo entiende que esta puede llegar a convertirse en una ficción, y que necesita abrirse a nuevos horizontes (10) .

Dicho lo anterior, es importante afirmar el amor de TM por la Iglesia, que tiene como fundamento inconmovible su propia experiencia personal en el momento de su conversión, y que no cambiará ninguna de sus posturas o reflexiones posteriores. Baste un texto suyo de 1966, que es una verdadera profesión de confianza en la Iglesia:

Puesto que soy católico, creo, por supuesto, que mi Iglesia me garantiza la más alta libertad espiritual. No sería católico si no lo creyera. No sería católico si la Iglesia fuera meramente una organización, una institución colectiva, con reglas y leyes que exigieran la conformidad externa de sus miembros. Veo las leyes de la Iglesia y todos los diversos modos como ejerce su autoridad de enseñanza y jurisdicción, como algo subordinado al Espíritu Santo y a la ley del amor. Sé que mi Iglesia no parece ser así a los que están fuera de ella: para ellos la Iglesia actúa sobre un principio de autoridad pero no de libertad. Se equivocan. En Cristo y en su Espíritu es donde se encuentra la verdadera libertad, y la Iglesia su Cuerpo, viviendo por su Espíritu” .

Notas:

1. LCA, 69. Dice F. Beltrán que para TM, el verdadero catolicismo no consiste tanto en actuar de acuerdo a un estándar de verdad abstracto, ni su universalidad se ha de confundir con un discurso teológico totalitario y uniformizador, sino antes bien con la comunión espiritual y concreta con los gozos y sufrimientos de toda la humanidad. LCA, 118.


2. SJ; 345.

3. SJ, 363.

4. En CEC, 172: “Ser verdaderamente católicos no es meramente ser correctos según un canon de verdad abstractamente universal, sino también y sobre todo, ser capaz de entrar en los problemas y las alegrías de todos, comprender a todos, serlo todo para todos”.

5. CEC, 48. “Por ejemplo, qué pasa con la santidad de la Iglesia. ¿Se trata simplemente de declarar que la Iglesia es Cristo hecho presente visiblemente en el mundo; que en ella resplandece la santidad de Cristo para que la vean todos? ¿Y habría que declararlo esto de un modo que no hiciera distinción entre la Iglesia como comunidad de personas unidas en el amor, y como institución en que los individuos están organizados por la ley, de modo que su obediencia a la ley llega a ser, de hecho, una epifanía de la santidad de Cristo? ¿Y eso significaría que eso mismo es evidente para todos los elegidos, y que no se requiere más prueba de santidad? ¿Qué la rectitud de los que obedecen a las leyes es en realidad una prenda a la vez de santidad y de felicidad? ¿Qué su disciplina es alegría? ¿Qué los que no lo ven están ciegos por mala voluntad y pecado? ¿Qué la prueba de santidad de la Iglesia es quizá que los piadosos ven que la obediencia ciega es piadosa y los impíos no la ven?”.

6. DI, 169 y CEC, 22 y 134.

7. DI, 175.

8. DI, 181.

9. SJ, 320.

10. “Creo que hemos llegado a una etapa de madurez religiosa en la cual puede ser posible que alguien permanezca fiel a su compromiso monástico cristiano y occidental y a la vez aprender en profundidad de una disciplina y experiencia, digamos, budista o hindú. Creo que algunos de nosotros necesitamos hacer eso para mejorar la calidad de nuestra propia vida monástica y para ayudar en la tarea de la renovación monástica que se ha emprendido en la Iglesia de occidente”. Thomas Merton; citado por F. Beltrán, en: LCA, 150.

3 comentarios:

Edwin RM dijo...

este artículo es muy importante para una investigacion que realizo en este momento, pero no estoy familiarizado con las siglas de las notas, podria ayudarme para buscarlas, gracias. (edwinrmz@gmail.com)

Manuel dijo...

Edwin: Las siglas de las notas corresponden a libros de o sobre T. Por ejemplo: SJ, Signo de Jonás; DI y DII, diarios, tomo primero y segundo; LCA, un libro publicado en San Pablo, La contemplación en la acción, de F. Beltrán Llavador, y CEC, conjeturas de un espectador culpable, de Merton. Espero te sea útil la información, y no dudes en preguntar.

Edwin RM dijo...

Muchas gracias esta informacion es muy util para mi trabajo de grado.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.