Notas:
1. Reconoce como un elemento negativo en la vida monástica el hecho de que a menudo aparece el monje como fundido en un molde, en una personalidad colectiva y profesional, que ahoga toda singularidad. SJ, 285. Cree que muchos no alcanzan la santidad, porque pasan todo el tiempo intentando ser otros, y no ellos mismos. “Por muchas absurdas razones, están convencidos de que están obligados a convertirse en alguien que murió doscientos años antes y vivió en circunstancias completamente ajenas a las suyas”. Quieren poseer la santidad de otros, y eso es egoísmo. SC, 59. También en CEC, 171-172 habla de la peor tentación a la que sucumben muchos monjes al comienzo de la vida espiritual: “sencillamente renunciar a pedir y buscar. Dejárselo todo a los superiores en esta vida y a Dios en la próxima”.
2. Hay una concepción de la “santidad” vinculada con el “hacer”; en SJ, 84, narra la situación de un monje mayor, enfermo, que se resiste a quedarse en la cama: “Es imposible mantenerle alejado de la comunidad. Quiere participar en todos los ejercicios regulares hasta que se le doblen las piernas. Para los trapenses, la santidad ha consistido precisamente en eso durante generaciones y generaciones”. También: “Los trapenses creen que todo lo que les cuesta un esfuerzo es voluntad de Dios. Todo lo que les hace sufrir, voluntad de Dios. Si sudan, voluntad de Dios. Pero albergamos serias dudas acerca de las cosas que no exigen inversión alguna de energía física….y como convertimos en fetiches las dificultades, a veces trabajamos en las circunstancias más absurdas que se puedan imaginar, sacrificándonos no por Dios, sino por nosotros mismos”. SJ, 62.
3. “Pregunté al padre abad acerca de las causas de la santidad del hermano Gregory. Yo no tenía ni la menor idea de la respuesta que se me iba a dar. Me hubiera hecho feliz oír hablar de algo relacionado con el profundo y sencillo espíritu de oración, con las insospechadas alturas de la fe, la pureza de corazón, el silencio interior, la soledad y el amor a Dios. Tal vez el hermano Gregory habló con las aves, como San Francisco. Pero el padre abad me contestó prontamente: Ese hermano estaba siempre trabajando. No sabía lo que era estar ocioso. Si lo enviaba a cuidar las vacas en la pradera, siempre encontraba otras muchas cosas que hacer. Por ejemplo, traía a la casa cubos llenos de mora. No sabía estarse sin hacer nada. Al salir del cuarto del abad me sentí como un hombre que hubiera perdido un tren”. SJ, 108.
4. Coincide con un monje que visita el monasterio, cuando afirma: “No cree que se de gloria a Dios con las empalagosas melosidades a las que la gente califica de arte religioso”. SJ, 102. Como muestra de la comprensión estética de TM, “El arte sagrado y la vida espiritual”, en Humanismo cristiano: cuestiones disputadas, Barcelona, Kairós, 2001, 93-105.
5. DI, 167.
6. DI, 180.
7. DI, 169.
8. DI, 182.
9. DI, 185. En CEC, 111 también dice: “A veces puede ser necesario que vayamos contra las normas sociales para obedecer a las normas reales del bien objetivo según la palabra directa de Dios”.
10. DI, 202.
4 comentarios:
La mirada de TM siento que ayuda y enseña a discernir la voluntad de Dios que es “un acto creativo en nuestra vida que da lugar a algo absolutamente nuevo” y a ser "plenamente responsable y libre ante Dios".
Merton nos despierta para darnos la oportunidad de responer a la pregunta:¿cómo puedo discernir la voluntad de Dios en mi vida?
Gracias p.Manuel por compartirnos la tesina, hay mucho para seguir pensando, Merton nos mantiene "despiertos" en la fe, y gracias porque con el blog se puede ir desplegando un espacio de reflexión que nos va ayudando a profundizar y a crecer en la presencia de Cristo en la Iglesia.
Esas notas de la espiritualidad de Merton, de su camino de perfección o santidad, de su búsqueda, son las que lo hacen más atractivo y atrayente, para mí. La creatividad, la ironía, la crítica, la paradoja, la “rebelión”. La unión sin uniformidad, en la particularidad. En fin, su apertura y su humanismo.
Y muy sugerente lo que evidencia las notas que has puesto a pie de página, Manuel. Me parece sobresaliente tu tesina, precisamente por su (tu) creatividad.
Que lucha para un ser tan despierto, tan adelantados a su tiempo, cuando una persona no se acopla a los dictados establecidos es mucho el sufrimiento, por eso lo admiro tanto a Merton, gracias a usted que lo da a conocer y comparte tanta sabiduria.
Un abrazo!!
P.D. Tengo un libro de Thomas Meron que se llama La Lluvia y el Rinoceronte, lo compré hace mucho, es hermoso.
Estupendo análisis. Ciertamente uno de los problemas en la vida religiosa es empeñarse en entrar en un modelo...imitar a alguien que vivió hace muchos años, querer ser como él, en circunstancias totalmente diferentes. Hay que conocerse a uno mismo, no para mirarse el ombligo, sino porque hemos de ser santos a partir de nosotros mismos. Es asumin edo nuestros defectos y virtudes y ofreciéndolos a Dios, que podemos llegar a la santidad.
Un abrazo: Joan josep
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