Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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miércoles, 23 de junio de 2010
SOLEDAD Y SOCIEDAD.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
1 comentario:
Un fragmento interesante para aproximarnos a un tema, el de la soledad, que es protagonista frecuente en las reflexiones poéticas y literarias, y estudiada en ensayos psicológicos, espirituales, filosóficos y sociológicos. Son muchas las caras de la soledad, diferentes las soledades que pueden cruzarse en nuestro camino. La soledad buscada y abrazada, habitada y fértil, que no hiere. La soledad impuesta y combatida, vacía y estéril. Hay soledades resistentes a las compañías y los fuegos de artificio programados socialmente. Hay veces que cuesta esfuerzo tomar las riendas de uno mismo, demasiados estímulos y ritmos dirigidos nos dejan a la intemperie, nos zarandean las olas que mueven otros.
No recuerdo quién dijo que la soledad es el imperio de la conciencia. Desde luego, el contacto humano y las relaciones sociales son necesarios, pero también necesitamos dejar un tiempo para sentirnos a gusto únicamente como huéspedes de nosotros mismos. Para logar eso deberíamos dar prioridad absoluta a la esencialidad de lo que nos hace “ser persona”, que no es otra cosa que “ser con y para los demás”. Y la fe nos ayuda a abrir los brazos del corazón, desafía lejanías y favorece encuentros, con los otros y con nosotros mismos, sin enmascarar ni adormecer, sino despertándonos a nuestra verdadera humanidad. A veces descubrimos que desnudándonos en la soledad hallamos el horizonte que nos hace vivir en plenitud: se produce el auténtico Encuentro.
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