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lunes, 13 de diciembre de 2010

A propósito de SAN JUAN DE LA CRUZ.

A propósito de la memoria solemne en el Carmelo de San Juan de la Cruz, mañana día 14, traigo unas citas de Thomas Merton en su libro “Ascenso a la Verdad”, recientemente editado por LUMEN.

“No bien acceda el lector a la sustancia de este libro, comprenderá por qué fue dedicado a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Primordialmente, se ocupa de la doctrina del teólogo carmelita san Juan de la Cruz. Por otro lado, bajo su título (entre otros) de Nuestra Señora del Monte Carmelo, la Santísima Virgen es venerada como patrona de los contemplativos y, sobre todo, de quienes tratan de compartir con otros los frutos de su contemplación. El propósito de la Orden fundada en su honor consiste en capacitar a sus miembros para que, bajo la guía de Nuestra Señora, alcancen la cúspide de la contemplación, y para que conduzcan a otros hacia idéntico fin, auxiliados por su intercesión.
No existe miembro de la Iglesia que no le deba algo al Carmelo. Pero hay pocos que deban tanto a los santos del Carmelo y a su Reina como quien escribe. Sobe todo, por así decirlo, este libro fue escrito bajo su dirección y tutela. Problemas técnicos difíciles y otros obstáculos se diluyeron súbitamente después de la festividad de san Juan de la Cruz en 1950 cuando, entre otras gracias, el autor obtuvo una reliquia preciosa del gran místico del Carmelo. A partir de allí la travesía fue relativamente serena y el autor siente la impresión de que su manuscrito final alcanzó la etapa de publicación de manera totalmente inesperada, no debido a sus capacidades sino a pesar de sus limitaciones”.

 
Merton reconoce la influencia que los santos del Carmelo han ejercido en su camino espiritual, y en casi todos sus libros aparece alguna referencia sobre estos. Pongamos algunos ejemplos: en sus “Diarios”, y en particular en “El signo de Jonás”; en “Cuestiones Disputadas”, en “La experiencia interna”. A propósito de Juan de la Cruz también apunta TM en "Ascenso a la Verdad":
“Fuera de su nativa España, San Juan de la Cruz nunca fue un santo muy popular. Su doctrina es considerada como “difícil”, y le exige a los demás la misma austeridad intransigente que él practicó durante su vida entera. Sin embargo, un estudio más ceñido a su doctrina, como el que hemos intentado, probaría que san Juan de la Cruz poseía todo el equilibrio, la prudencia y la “discreción” que caracteriza a la más elevada santidad. No es un fanático aplicado a sobrecargar a sus subordinados con fardos insoportables que acabarían por reducirlos a ruinas morales y físicas. Las exigencias que formula son inflexibles en lo esencial pero flexibles en sus aspectos accidentales. Su único propósito consiste en situar al hombre entero, cuerpo y alma, bajo la guía del Espíritu de Dios. En la práctica, san Juan de la Cruz se opuso inexorablemente al formalismo y la inhumanidad de quienes comparaba con “herreros espirituales” que martillaban violentamente las almas de sus víctimas para hacerlas calzar en algún modelo convencional de perfección ascética. Sabía muy bien que este tipo de ascetismo era uno de los más defectuosos, porque a menudo era una manifestación de incorregible orgullo espiritual. La claridad y la lógica de este carmelita español, sumada a su insuperable y experimentado conocimiento de las cosas de Dios, lo sitúan de lejos como uno de los más grandes y más confiables de todos los teólogos místicos”.

2 comentarios:

San dijo...

En la mística no hay camino, dice Juan de la Cruz. No hay senda indicada porque toda senda es meta. Por eso, la mística no posee una verdad externa más allá de la propia experiencia: una experiencia integral de la vida o de la realidad. Panikkar decía que pueden ser místicos “todos aquellos que son capaces de enamorarse”, autor que cita y comenta también muy apasionadamente a Juan en su obra “La mística. Una experiencia plena de la vida”, publicado en Herder. Un libro muy interesante también, y en sintonía con la espiritualidad de Merton. Como se expresa en esta cita del Rig Veda: “En el principio surgió el amor, el primer germen de la mente”.
Creo que así lo vivió y lo expresó un hombre capaz de enamorarse desde el sótano hasta la azotea de su alma: Juan de la Cruz.
Feliz celebración a tod@s los que estáis, en todas sus formas, en el Carmelo. En especial, claro, a ti, Manuel. ¡¡Buen regalo estas palabras de TM para vosostr@s!!
Y genial, me parece, la imagen comparativa del “herrero”. Muy oportuna, además, en los tiempos que "corren"…

Carmen dijo...

Bendiciones Padre Manuel, que Nuestra Señora del Carmen le bendiga y guarde siempre,saludos,

Carmen

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.