“Unos días más tarde nos reunimos en Anchorage todos los sacerdotes del contorno para pasar un día con Merton. En la misa concelebrada nos echó una homilía de un cuarto de hora. Más tarde nos habló hora y media. Después de comer nos habló otra hora y respondió a nuestras preguntas durante otra hora. Tuvimos bendición con el Santísimo, cenamos todos juntos en amigable compañía y nos despedimos hasta el próximo retiro. El tema principal de las pláticas de Merton era simplicísimo dentro de su oratoria y la galanura embriagadora de su estilo. La actitud constante de Cristo ante su Eterno Padre fue la de un sí incondicional. Nosotros no podemos tener otra actitud que la de Cristo. Su último sí fue la última palabra de las siete que pronunció en la cruz. Mientras no aceptemos, no ya humillaciones, sino la muerte misma con un sí incondicional, afectivo, y hasta agradecido, no tendrá en nosotros Dios sus complacencias, y por tanto no podremos tener paz interior. Tenemos que despojarnos sin contemplaciones de mil ilusiones o defensas del amor propio que son un tejido de artificios engañosos, que nos atrapan como lazos en los que tanto nos gusta caer. Por algo dijo San Juan de la Cruz a la hora de su muerte que no había hecho cosa en vida que no le estuviera acusando entonces. Hay que pedir a Dios que mate nuestro amor propio y que lo entierre; porque nosotros solos no lo podemos hacer. En la contemplación se aspira a llegar a ese contacto con la divinidad, ante la cual el alma cae postrada y temblorosa en actitud de sumisión por puro amor. Ese es el momento que espera Dios para hablar al alma. Cualquier vanidad, egoísmo, ambición desordenada o apegamiento a criatura alguna se interponen entre Dios y el alma, y lo echa todo a perder. Merton se movía en ese terreno como quien está en su casa.
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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martes, 5 de abril de 2011
THOMAS MERTON, según el P.Segundo Llorente, S.J. (6)
“Unos días más tarde nos reunimos en Anchorage todos los sacerdotes del contorno para pasar un día con Merton. En la misa concelebrada nos echó una homilía de un cuarto de hora. Más tarde nos habló hora y media. Después de comer nos habló otra hora y respondió a nuestras preguntas durante otra hora. Tuvimos bendición con el Santísimo, cenamos todos juntos en amigable compañía y nos despedimos hasta el próximo retiro. El tema principal de las pláticas de Merton era simplicísimo dentro de su oratoria y la galanura embriagadora de su estilo. La actitud constante de Cristo ante su Eterno Padre fue la de un sí incondicional. Nosotros no podemos tener otra actitud que la de Cristo. Su último sí fue la última palabra de las siete que pronunció en la cruz. Mientras no aceptemos, no ya humillaciones, sino la muerte misma con un sí incondicional, afectivo, y hasta agradecido, no tendrá en nosotros Dios sus complacencias, y por tanto no podremos tener paz interior. Tenemos que despojarnos sin contemplaciones de mil ilusiones o defensas del amor propio que son un tejido de artificios engañosos, que nos atrapan como lazos en los que tanto nos gusta caer. Por algo dijo San Juan de la Cruz a la hora de su muerte que no había hecho cosa en vida que no le estuviera acusando entonces. Hay que pedir a Dios que mate nuestro amor propio y que lo entierre; porque nosotros solos no lo podemos hacer. En la contemplación se aspira a llegar a ese contacto con la divinidad, ante la cual el alma cae postrada y temblorosa en actitud de sumisión por puro amor. Ese es el momento que espera Dios para hablar al alma. Cualquier vanidad, egoísmo, ambición desordenada o apegamiento a criatura alguna se interponen entre Dios y el alma, y lo echa todo a perder. Merton se movía en ese terreno como quien está en su casa.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
1 comentario:
Concuerdo contigo, Manuel. Es obvia la “mano” del jesuita al hacer el “encuadre” del contenido de la alocución de Merton en Anchorage. Pero bueno, es muy difícil que el que “cose” no use sus “puntadas” en el “tejido” a la hora de elaborar la “prenda”. Si se tiene en cuenta esa circunstancia, no hay problema. Como dice el dicho popular: “siempre se deben poner las crónicas y comentarios en cuarentena…”.
Estás haciendo, con la publicación de este singular relato, una novedosa y estupenda labor divulgativa.
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