El pasaje del Evangelio de San Lucas que narra el encuentro de Jesús con los dos peregrinos de Emaus es uno de los más hermosos de la Escritura, y al leerlo me produce siempre un hondo bienestar espiritual. Es una parábola de la Eucaristía y de nuestra propia vida, en las que Jesús nos sale siempre al encuentro para calentar nuestro corazón desanimado. Me gusta utilizar la imagen del peregrino para pensar nuestro paso por la vida, no por considerar que la existencia humana sea un simple paréntesis de importancia menor, sino porque permite comprender mejor la transitoriedad y al mismo tiempo la trascendencia de nuestro humano andar. Somos criaturas, mortales y efímeras, pero estamos inmersas al mismo tiempo en un proyecto de Amor que nos supera y envuelve para dar sentido a nuestra caducidad. Somos hijos del Amor, y el Amor nos espera siempre al final del camino. Sin embargo, nos cuesta creer que somos amados, y por eso andamos, llenos de dudas y temores, cabizbajos y malhumorados, contando cada paso que damos, y sin disfrutar del paisaje que nos rodea. Hacerlo es tener una vida contemplativa, iluminada, plena; vivir con miedo y sin esperanza es no vivir. Por eso, Jesús Amigo, Jesús Maestro, Jesús Señor, viene a nuestro encuentro, nos hace tropezar y levantar los ojos: “No temas –dice- Aquí estoy yo”. “Por qué son tan duros para comprender y ver la verdad de sus vidas”. Me gusta la frase con que los dos de Emaus expresan su experiencia: “No en vano ardía nuestro corazón cuando nos hablaba”. Un corazón lleno de Jesús es cálido, amable, acogedor, agradecido. Seamos peregrinos, pero no de los que van de Jerusalén a Emaus, sino de los que van de Emaus a Jerusalén, gozosos y ardientes para comunicar a todos la luz de un Encuentro.
Les comparto unas frases de Henri Nouwen que nos ayudarán a entender mejor este pasaje que comentamos:
“Sólo invitando al otro a venir y a quedarse puede un encuentro interesante convertirse en una relación transformadora”.
“Lo que celebramos y lo que estamos llamados a vivir son, en esencia, la misma cosa”.
3 comentarios:
Manuel:
Me encanta tu reflexion. En la manana, hoy, cuando hacia mi Lectio, contrastaba la segunda lectura, con la elocuencia que Pedro casi nos redacta una pauta de vida : encuentras el Mensaje, lo sigues, vas tomando conciencia de que has sido rescatado, ni con oro ni con fortuna, sino por el amor de Jesus, simbolizado en Su Sangre. Pienso que en el caminar de la fe pocas veces llevamos esa certeza y ese sentido de claridad mesianica. Mas bien, meditaba, que para la mayoria de nosotros, la escena de Emaus es nuestra propia experiencia. Vamos caminando, rezongando, nuestros planes no se cumplen, pensabamos que habiamos encontrado la Verdad y realizado lo que se nos pedia, y sin embargo seguimos en el mismo hueco, cometemos las mismas faltas, nos ataca el mismo desaliento; y entonces, hay una voz casi imperceptible de Alguien, o algo que reorienta nuestro pensar. Esa Voz nos hace ver la vida, las Escrituras, los acontecimientos con una Luz que hubiera estado muy lejos de nuestra optica, si Otro no la hubiera inspirado.
Mi oracion es que hagamos el espacio interno para que escuchemos al Caminante, al que nos sale al encuentro, para que dandole la oportunidad, podamos tambien sentir que "el corazon arde"... aunque solo lo podamos narar desde una vision restrospectiva. Quizas eso es todo lo que El quiere por ahora.
Un abrazo fraterno a todos los lectores del blog y para ti.
Felix
Lo siento pero te he vuelto a quitar otra frase tuya. Esta la pondré en mi blogs uno de estos días...
Un abrazo
Manuel, Felix...comparto con ustedes esta experiencia: Emaús es el camino de cada uno. Ese camino en donde a veces se hace difícil reconocer a jesús en medio, el camino del desaliento, el camino en el que uno se da cuenta que poco a salido como uno esperaba. Y el mismo camino que nos hace sentir en un momento, esa Presencia de Jesús que "abre los ojos", y hace que el corazón palpite distinto. El mismo camino en el que uno se anima a decir a pesar de todo, QUEDATE CON NOSOTROS!
Este pasaje del Evangelio es de mis preferidos también. También me ayudó a encontrarme con Él en la oración, en medio de un camino que a veces se hace cuesta arriba.
Un abrazo!
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