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domingo, 6 de abril de 2008

La luz de un Encuentro.


El pasaje del Evangelio de San Lucas que narra el encuentro de Jesús con los dos peregrinos de Emaus es uno de los más hermosos de la Escritura, y al leerlo me produce siempre un hondo bienestar espiritual. Es una parábola de la Eucaristía y de nuestra propia vida, en las que Jesús nos sale siempre al encuentro para calentar nuestro corazón desanimado. Me gusta utilizar la imagen del peregrino para pensar nuestro paso por la vida, no por considerar que la existencia humana sea un simple paréntesis de importancia menor, sino porque permite comprender mejor la transitoriedad y al mismo tiempo la trascendencia de nuestro humano andar. Somos criaturas, mortales y efímeras, pero estamos inmersas al mismo tiempo en un proyecto de Amor que nos supera y envuelve para dar sentido a nuestra caducidad. Somos hijos del Amor, y el Amor nos espera siempre al final del camino. Sin embargo, nos cuesta creer que somos amados, y por eso andamos, llenos de dudas y temores, cabizbajos y malhumorados, contando cada paso que damos, y sin disfrutar del paisaje que nos rodea. Hacerlo es tener una vida contemplativa, iluminada, plena; vivir con miedo y sin esperanza es no vivir. Por eso, Jesús Amigo, Jesús Maestro, Jesús Señor, viene a nuestro encuentro, nos hace tropezar y levantar los ojos: “No temas –dice- Aquí estoy yo”. “Por qué son tan duros para comprender y ver la verdad de sus vidas”. Me gusta la frase con que los dos de Emaus expresan su experiencia: “No en vano ardía nuestro corazón cuando nos hablaba”. Un corazón lleno de Jesús es cálido, amable, acogedor, agradecido. Seamos peregrinos, pero no de los que van de Jerusalén a Emaus, sino de los que van de Emaus a Jerusalén, gozosos y ardientes para comunicar a todos la luz de un Encuentro.

Les comparto unas frases de Henri Nouwen que nos ayudarán a entender mejor este pasaje que comentamos:

“Sólo invitando al otro a venir y a quedarse puede un encuentro interesante convertirse en una relación transformadora”.

“Lo que celebramos y lo que estamos llamados a vivir son, en esencia, la misma cosa”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Manuel:
Me encanta tu reflexion. En la manana, hoy, cuando hacia mi Lectio, contrastaba la segunda lectura, con la elocuencia que Pedro casi nos redacta una pauta de vida : encuentras el Mensaje, lo sigues, vas tomando conciencia de que has sido rescatado, ni con oro ni con fortuna, sino por el amor de Jesus, simbolizado en Su Sangre. Pienso que en el caminar de la fe pocas veces llevamos esa certeza y ese sentido de claridad mesianica. Mas bien, meditaba, que para la mayoria de nosotros, la escena de Emaus es nuestra propia experiencia. Vamos caminando, rezongando, nuestros planes no se cumplen, pensabamos que habiamos encontrado la Verdad y realizado lo que se nos pedia, y sin embargo seguimos en el mismo hueco, cometemos las mismas faltas, nos ataca el mismo desaliento; y entonces, hay una voz casi imperceptible de Alguien, o algo que reorienta nuestro pensar. Esa Voz nos hace ver la vida, las Escrituras, los acontecimientos con una Luz que hubiera estado muy lejos de nuestra optica, si Otro no la hubiera inspirado.
Mi oracion es que hagamos el espacio interno para que escuchemos al Caminante, al que nos sale al encuentro, para que dandole la oportunidad, podamos tambien sentir que "el corazon arde"... aunque solo lo podamos narar desde una vision restrospectiva. Quizas eso es todo lo que El quiere por ahora.

Un abrazo fraterno a todos los lectores del blog y para ti.

Felix

mj dijo...

Lo siento pero te he vuelto a quitar otra frase tuya. Esta la pondré en mi blogs uno de estos días...
Un abrazo

Analía dijo...

Manuel, Felix...comparto con ustedes esta experiencia: Emaús es el camino de cada uno. Ese camino en donde a veces se hace difícil reconocer a jesús en medio, el camino del desaliento, el camino en el que uno se da cuenta que poco a salido como uno esperaba. Y el mismo camino que nos hace sentir en un momento, esa Presencia de Jesús que "abre los ojos", y hace que el corazón palpite distinto. El mismo camino en el que uno se anima a decir a pesar de todo, QUEDATE CON NOSOTROS!

Este pasaje del Evangelio es de mis preferidos también. También me ayudó a encontrarme con Él en la oración, en medio de un camino que a veces se hace cuesta arriba.

Un abrazo!

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.