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domingo, 25 de abril de 2010

REINTEGRAR TU SER

“Lo primero que tienes que hacer, antes de empezar siquiera a pensar en algo como la contemplación, es tratar de recuperar tu unidad natural básica, reintegrar tu ser, que se halla dividido en compartimientos, en un todo sencillo y coordinado, y aprender a vivir como una persona humana unificada. Eso significa que tienes que recoger de nuevo los fragmentos de tu distraída existencia para que cuando digas yo realmente haya alguien presente que sostenga el pronombre que has pronunciado".
Thomas Merton

5 comentarios:

Maria de los Angeles dijo...

Como me gustan estos pequeños fragmentos de Merton, la pregunta sería, como se juntan esos fragmentos de nuestra historia, por donde empezar...
Un abrazo!

mj dijo...

Quizás tengamos que dejar de vivir desde el pensamiento. Dejar de vivir apartados de nosotros y del mundo. Dejar de contarnos la historia personal para dejar de vivir en la memoria y encontrar el camino a nuestro Yo real.
Un abrazo
mj

Inés García, aci dijo...

Jesús es la luz que alumbra a todo hombre (Jn.1,9), es la puerta, es el buen pastor que nos da, si lo escuchamos, el conocimiento sobre nosotros mismos, y la alegría que es nuestra fortaleza, la alegría que nos unifica, que reintegra nuestro ser una y otra vez.
Es cierto como dice TM que pasamos la mayor parte de nuestros días distraídos, fuera de nosotros mismos, dispersos en mil y una ocupaciones, pero los instantes en que el Espíritu nos inspira aún en medio de la distracción, o nos disponemos a meditar la Palabra en la que creemos Dios nos habla, alimentan nuestro yo desde el fondo de nuestro ser, y nos alientan en el camino.

San dijo...

Muy interesante esta idea de la reintegración del ser, vivir como una persona humana unificada. Sería, creo, despertar la mirada interior para vivir la experiencia de la plenitud de nuestra humanidad. Abrirse a esa experiencia supone convertirnos en una unidad, comprendiendo que toda nuestra existencia está impregnada por el Ser dejamos atrás todas las dualidades y opuestos. Llegamos a nuestra verdadera y real identidad. Creo que esto es lo que DürcKheim denominó como la “Gran Experiencia”.
Decía Meister Eckhart: “El alma ha de romperse con violencia en su propia luz. De la noche y de la luz brota un fuego, un amor. Es así como el alma ha de entrar en el orden divino”

Anónimo dijo...

¡Ay Merton! ¡Qué enrollado estaba! La contemplación no se piensa, se recibe como un don. Y se puede recibir a lo largo de todo un proceso de desarrollo espiritual, el cual el mismo don de la contemplación fomenta.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.