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martes, 5 de octubre de 2010

LA IGLESIA Y EL MUNDO

"Comprendo y tengo simpatía a los cristianos (protestantes, en su mayor parte), que predican una "religión sin religión" y una franca admisión de lo "secular" y lo profano" en el cristianismo. Pero creo que han tomado un solo aspecto de la enseñanza de Bonhoeffer y lo han hinchado desmesuradamente, acabando en una moda superficial e ingenua, más bien que fe seria. Creo que han abaratado la gracia, y Bonhoeffer dijo que "la gracia barata es el enemigo mortal de la Iglesia".
 Sin embargo, estoy de acuerdo con su protesta contra las impertinencias de una táctica religiosa que trata de seducir y presionar al hombre moderno, al hombre científico y técnico, para que sienta necesidades religiosas que no tiene. Esa "religiosidad" es negativa, ambigua, moralizadora; predica por un lado que se ha de acudir a Dios y a la Iglesia como a un refugio de la vida, pero que una vez se ha concedido a lo sagrado lo que se le debe, se puede ser desvergonzadamente secular por lo que toca a ganar dinero y a  disfrutar las cosas buenas de la vida, con tal que uno mantenga unos cánones rígidos y negativos en cuestión de sexo. No hay que preocuparse demasiado por cosas como la guerra, los derechos civiles, y demás, considerados como cuestiones morales. Esas cosas se le dejan a las autoridades seculares, y se reza para que los que se ocupan de eso acierten con las soluciones adecuadas.
 La "religiosidad", entonces, predica una necesidad y una dependencia respecto a Dios para subrayar una necesidad y una dependencia respecto a ciertas formas religiosas específicas, un determinado estilo de vida que se presenta como el único cristianismo auténtico y que descansa en buena medida en aspectos externos".

Conjeturas, 295-296.
 Thomas Merton

5 comentarios:

San dijo...

La iglesia, sea cual sea el credo, está en el mundo, tanto a nivel institucional como comunitario. En particular, la vinculación de la iglesia católica con el mundo ha llenado, llena y llenará páginas en artículos, ensayos, tratados, estudios, congresos, eventos y espacios de comunicación de todo tipo. Abordado desde muchas perspectivas y posicionamientos sociales y teológicos. Merton vivió un período histórico concreto de la iglesia, un momento dinámico que preludiaba importantes transformaciones. TM mantuvo la esperanza en que acontecieran cambios, y tuvo también intuiciones profundas y proféticas sobre la vida eclesial, sobre todo en orden a la reforma monástica. Han pasado décadas y han pasado muchas cosas en el mundo y en la iglesia.
La iglesia católica, para mí, es la comunidad de quienes se han comprometido con la causa de Jesucristo, y dan testimonio de un mensaje de esperanza para todos los hombres. Algo que parece tan sencillo se ha complicado, por diversas razones e intereses, a lo largo de la historia, llegándose a unas estructuras que, en algunos aspectos y actuaciones, se alejan de su fuente radical: el evangelio, noticia siempre buena y nueva; de esa manera se crean dependencias que se recompensan con ilusorias seguridades. Y, otras veces, además no se adecúan el tiempo presente y la antropología del hombre actual.
Tal vez fuera necesario que emprendiésemos un éxodo que, desde una cierta mentalidad y una manera de estar en el mundo inflexible e inmovilista, nos llevase a una iglesia que mirara con ojos de Jesús: sin dualismos, sin realidades sagradas y profanas, porque todo era para Él sacramento, Epifanía de Dios, revelación del Reino; toda la historia era para Él historia de salvación; nuestro Cristo no conjuga la pureza con el sexo, sino con un corazón bondadoso, generoso y misericordioso.
Y, sobre todo, una iglesia que fuese ejemplar seguidora del Jesús que nos confirmó la igualdad fundamental de todos los seres humanos, sin arrastrar el anacronismo de una comunidad organizada en base a un modelo estamental tripartito en cuanto a poderes, categorías, y “estados de perfección”: clero, religiosos y laicos. Jesús no creó clases, sino que las anuló todas.
Una comunidad fiel a Cristo, liberadora y fraterna. Una iglesia que sirva al hombre, ayudándole a ser auténticamente humano (Dios se funde, en Cristo, con toda la humanidad). Iglesia que apoye en el mundo la creación de una sociedad justa, plural, pacífica, respetuosa con la naturaleza, ecuménica, solidaria y fraterna.
Ésta es una de las múltiples miradas que, respecto a la manera de ser iglesia cristiana católica en el mundo, puede tener alguien que es y está en la iglesia, y la ama. Por supuesto, con respeto a las opiniones distintas. Y, como siempre, con gratitud a ti, Manuel, por este espacio abierto y tolerante; valores que, entre otros, te honran. Tienes un blog que está a la altura del hombre a quien está dedicado.

San dijo...

La iglesia está en el mundo a nivel institucional y comunitario. La vinculación de la iglesia católica con el mundo ha llenado, llena y llenará páginas en artículos, ensayos, tratados, estudios, congresos y espacios de comunicación de todo tipo. Desde muchas perspectivas y posicionamientos sociales y teológicos. Merton vivió un período histórico concreto de la iglesia, un momento dinámico que preludiaba importantes transformaciones. TM mantuvo la esperanza en que acontecerían esos cambios, y tuvo también intuiciones profundas y proféticas sobre la vida eclesial, sobre todo en orden a la reforma monástica. Han pasado décadas y han pasado muchas cosas en el mundo y en la iglesia.
La iglesia católica, para mí, es la comunidad de quienes se han comprometido con la causa de Jesucristo, y dan testimonio de un mensaje de esperanza para todos los hombres. Algo que parece tan sencillo se ha complicado, por diversas razones e intereses, a lo largo de la historia, llegándose a unas estructuras que, en algunos aspectos y actuaciones, se alejan de su fuente radical: el evangelio, noticia siempre buena y nueva; de esa manera se crean dependencias que se recompensan con ilusorias seguridades. Y, otras veces, además no se adecúan el tiempo presente y la antropología del hombre actual.
Tal vez fuera necesario que emprendiésemos un éxodo que, desde una cierta mentalidad y una manera de estar en el mundo inflexible e inmovilista, nos llevase a una iglesia que mirara con ojos de Jesús: sin dualismos, sin realidades sagradas y profanas, porque todo era para Él sacramento, Epifanía de Dios, revelación del Reino; toda la historia era para Él historia de salvación; nuestro Cristo no conjuga la pureza con el sexo, sino con un corazón bondadoso, generoso y misericordioso.
Y, sobre todo, una iglesia que fuese ejemplar seguidora del Jesús que nos confirmó la igualdad fundamental de todos los seres humanos, sin arrastrar el anacronismo de una comunidad organizada en base a un modelo estamental tripartito en cuanto a poderes, categorías, y “estados de perfección”: clero, religiosos y laicos. Jesús no creó clases, sino que las anuló todas.
Una comunidad fiel a Cristo, liberadora y fraterna, que sirva al hombre, ayudándole a ser auténticamente humano (Dios se funde, en Cristo, con toda la humanidad). Iglesia que apoye en el mundo la creación de una sociedad justa, plural, pacífica, respetuosa con la naturaleza, ecuménica, solidaria y fraterna.
Ésta es una de las múltiples miradas que puede tener alguien que es y está en la iglesia, y la ama. Por supuesto, con respeto a las opiniones distintas. Y, como siempre, con gratitud a ti, Manuel, por este espacio abierto y tolerante; valores que, entre otros, te honran. Tienes un blog que está a la altura del hombre a quien está dedicado.

Inés García, aci dijo...

No creo que depender de algo y de alguien sea el camino del evangelio, si Dios nos pide internamente que cambiemos la mirada y actuemos según su norma, que es el evangelio, así seremos auténticamente cristianos.
La Iglesia tiene casi 21 siglos de vida y en cada época sufrió diversos cambios y nuevas propuestas, generalmente estos cambios le llegaron a través de santos como Bernardo,Francisco,Teresa,Ignacio, ... y mucha gente común que los siguió, y hoy en pleno siglo XXI hay mucha gente común que anhela ese tipo de seguimiento: auténtico podría llamarlo, creo que en nuestro mundo para la Iglesia "hay muchos santos por ahí que son gente común", que no se hacen notar, pero que están.

Gracias p.Manuel, por compartir la fe en la Iglesia, Merton la tenía y con sus escritos nos la transmite.

Inés

Anónimo dijo...

Hay tres artículos de Leonardo Boff sobre la Iglesia y el mundo, recientemente publicados en varias páginas web, que se aprecian proféticos y esclaresedores. Son los titulados: “Dónde está la verdadera crisis de la Iglesia”, “Otro modo de ser Iglesia” y “Iglesia, una lectura teológica”.
Buen blog el suyo, Manuel.

Anónimo dijo...

La primera parte no la entiendo muy bien, la segunda creo que mejor, parece el amor de Jesús. Gracias por este blog, Manuel, a mi me ayuda y disfruto con él. Un abrazo

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.