Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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jueves, 29 de marzo de 2012
MUERTE Y FECUNDIDAD (Nouwen) 2
Quizá sea verdad la broma amistosa según la cual Henri escribió el mismo libro una y otra vez. Desde el primer momento de su ministerio en América, nos pidió que confiáramos en la guía de Jesús a propósito de la muerte. Desde el principio nos aconsejó que viéramos el morir como un proceso continuo, no como una interrupción súbita, sino como una dimensión dinámica de la vida en cada momento. La llegada del sufrimiento y la muerte no debería sorprendernos. En un momento muy temprano de su ministerio en suelo estadounidense, en 1968, Henri predicó en un funeral una homilía titulada “Sobre la partida”:
“Las palabras de despedida de Jesús son hoy una invitación a entender la vida como una partida constante de lo familiar a lo real, un sentido creciente de libertad e independencia… un morir constante al pasado en el que la partida final es una independencia final. La vida es una escuela en la que se nos enseña a partir. Si esto es cierto, la muerte ya no es un destino cruel que arruina todos los esfuerzos… sino una señal que nos invita a una comprensión más profunda. Podemos amar, no a pesar de la muerte, sino por causa de ella. No podemos amar cosas inmortales. Sólo lo irremplazable, único y mortal puede tocar profundamente nuestra sensibilidad humana y ser una fuente de esperanza y consuelo. Dios se hizo nuestro Salvador porque su mortalidad no era fatal, sino camino hacia la esperanza”.
Henri quería que todos supieran que cuando afirmamos plenamente quiénes somos, nuestro vivir y nuestro morir, Dios da fruto en nosotros. En lugar de preocuparnos por lo que debemos hacer, deberíamos dirigirnos a Dios en la oración. El Espíritu de Dios nos guiará, y después seguirá el hacer más fecundo. La fecundidad pertenece a Dios, no a nosotros”.
Tomado de: “El fuego en el amado”, Introducción a ESCRITOS ESENCIALES de Henri Nouwen, escrito por Robert A. Jonas (Sal Terrae, 1999)
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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