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lunes, 26 de febrero de 2007

La aventura cubana de Thomas Merton (III)


Las Ciudades que T. Merton visitó:

Decíamos antes que Merton en su recorrido a lo largo de toda nuestra isla había visitado cuatro grandes ciudades: Matanzas, Camaguey, Santiago de Cuba, y por supuesto, la Habana, capital del país. Veamos algunas impresiones suyas de estos lugares.

En Matanzas: La ciudad en la que he vivido los últimos seis años, cruzada por ríos, y bañada por el mar; la Atenas de Cuba. A esta ciudad llegó Merton en el año 1940, y en su autobiografía nos habla de ella.: llegó en ómnibus, rezando rosarios y contemplando el paisaje cubano. No nos dice Merton aquí el tiempo que estuvo en cada ciudad cubana, y tampoco he podido precisar el tiempo exacto que permaneció en la isla. (Tal vez algún lector me ayude a precisar muchos de estos datos que recojo acá).
De Matanzas narra su visita al paseo que está en el centro de la ciudad y que es conocido como Plaza de la Libertad, en cuyo centro hay una estatua de Martí y una figura femenina que lleva unas cadenas rotas en las manos. Merton habla de una costumbre de aquel entonces: “Toda la población daba vueltas y más vueltas alrededor de la plaza en el frescor de la noche, los hombres en una dirección y las muchachas en otra.”
Aquí también encontró gente afable y acogedora; escribe “… inmediatamente me hice amigo de cincuenta y una personas diferentes e todas las edades”.

¿Qué anécdota cuenta Merton de su estancia en Matanzas? “La noche acabó haciendo yo un largo discurso en español mal pronunciado, rodeado de hombres y muchachos, en una multitud abigarrada que incluía a los rojos de la población y a sus intelectuales, a los graduados de la escuela de los padres Maristas y algunos estudiantes de derecho de la Universidad de la Habana. El tema era la fe y la moral e hizo impresión, y, de rechazo, su aceptación por parte de ellos produjo una gran impresión en mí también, pues muchos de ellos se alegraban de que alguien, un extranjero, viniera a hablar de estas cosas, y oí a uno que acababa de unirse a la multitud que decía: -¿Es católico ese norteamericano? –Hombre, dijo el otro, - es católico y un católico muy bueno. El tono en que dijo esto me hizo tan feliz que, cuando fui a acostarme, no podía dormir”.

El poeta cubano Cintio Vitier, que mantuviera relación epistolar con Thomas Merton, precisó que el hotel en el que Merton durmió en Matanzas era, indudablemente, el Hotel Louvre. Yo estuve curioseando en la Biblioteca de la ciudad, en los periódicos de la época, por si alguno había recogido el incidente que cuenta Merton, pero nada encontré al respecto; aunque fue útil para comprender el ambiente político y social que este encontró en su visita.

En Camaguey: Sus pasiones, bastante apaciguadas durante su visita a la Isla, despertaron momentáneamente en la ciudad de Camaguey, un lugar nada peligroso, según Merton, “una ciudad muy insípida y soñolienta… donde prácticamente todo el mundo estaba en cama a las nueve de la noche y donde intenté leer la Autobiografía en español de Santa Teresa bajo las palmas grandes y magníficas de un jardín enorme que tenía enteramente para mí”. Es en Camaguey donde Merton escribe la entrada de su diario que narra la notable experiencia de Dios vivida en la Iglesia de San Francisco, de la que hablamos anteriormente.

En Camaguey encontró también una imagen de María en una iglesia, que le cautivó: “una iglesia dedicada a la Soledad, Nuestra Señora de la Soledad, una pequeña imagen vestida en una hornacina sombría: apenas podía uno verla. ¡La Soledad! Una de mis mayores devociones…”.

En Santiago de Cuba: “En Santiago cené en la terraza de un gran hotel, frente a la Catedral. Al otro lado de la plaza se hallaba el armazón de un edificio de cinco pisos que parecía como si hubiese sido resquebrajado por una bomba; pero el destrozo había ocurrido en un terremoto, no mucho tiempo antes… y estaba pensando yo: acaso empieza a ser tiempo de otro terremoto. Miraba las torres de la Catedral, dispuestas a balancearse y a caer encima de mi cabeza”.

En la Habana: Para conocer mejor la impresión de Merton sobre esta ciudad acudamos a una de las páginas de sus diarios, que no sólo complementan lo narrado en su autobiografía, sino que en ella se muestra aun más espléndido en su admiración por nuestra capital.
La Habana es, para Merton, un regalo para los sentidos. (Abundancia, animación, música, risas, gritos, comida); es manifestación de la exterioridad. “La vida real de estas ciudades se encuentra en la plaza del mercado, en el ágora, el bazar y los soportales”. Cuando leemos la descripción de la ciudad vemos en nuestra imaginación una ciudad alegre, llena de bares y cafés, músicos en los portales, gente en la calle, vendedores de billetes de loterías y periódicos; poco espacio para la privacidad. Algunos elementos particulares a señalar: describe la figura de una musa alada, de puntillas, en una de las cúpulas del Teatro nacional, y el Parque Central, lleno de vendedores; muchos periódicos vespertinos. La mirada de Merton es la de un enamorado, que lo ve todo hermoso; pero su amor no es, en primer término a la ciudad, sino a Dios; le ve a él en todas partes.

“Cuanto más observas la ciudad y te mueves por ella más amor recibes de ella y más amor le devuelves, y, si así lo deseas, pasas a formar parte integrante de ella, de todo complejo abanico de alegrías y ventajas, y esto, después de todo, es el modelo mismo de la vida eterna, un símbolo de la salvación”.
Llega finalmente a decir de la Habana, que “está construida de tal manera que, cualquiera que sepa vivir en ella, puede interpretarla como una analogía del Reino de los Cielos”. Y todo esto, sin dejar de reconocerla como “esta pecadora ciudad”. En fin, que para T.Merton, la Habana es “una ciudad bañada en el éxito, una buena ciudad, una ciudad real

3 comentarios:

Manuel dijo...

Ayer celebramos el primer domingo de Cuaresma. Aproveché la ocasión para presentar una visión renovada del ayuno como práctica espiritual cristiana. Realmente es un tema que parece pasado de moda y de hecho los cubanos te dicen siempre que el papa nos liberó del mandato de ayunar por la situación del país. Yo mismo he querido redescubrir el valor del ayuno en mi practica cristiana y quise invitar a los que me escuchan a que hagan lo mismo. En los próximos dias pondré algo de T.Merton sobre este tema.

Manuel dijo...

Otra aclaración: En este momento, es decir, desde hace casi 2 años, no vivo en Matanzas, sino en La Habana. Como dije al principio, este trabajo sobre Merton no ha sido actualizado aun con los últimos datos encontrados, pero aun así es válido, pues lo principal del tema está ahí.

Ángel Alberto dijo...

Pue syo no tenía ni idea de que había estado en Cuba, ya vez esto sirve de algo, creo que estám uy bien, sencillo y rico en contenidos, la foto del autor de poca calidad, aunque muy interesante. Un saludo,

ángel

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.