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sábado, 30 de mayo de 2009

El camino por hacer.


La entrada anterior no pretendía ser exhaustiva respecto al tema que trataba, sino simplemente presentar la disyuntiva que, como bien decía alguien puede tener diversas lecturas e interpretaciones. Es real que la disyuntiva se ha planteado siempre, y se seguirá presentando, porque el ser humano, que está llamado a caminar siempre, se siente tentado a buscar absolutos y seguridades temporales. Joan Chittister ofrece unas pautas de reflexión, nada más, muy personales. Me gusta cuando dice: "La espiritualidad es el hambre del corazón humano". La religión, los dogmas, las leyes, los ritos, son como la comida de cada día, valen pero no supone que no tengamos que volver a comer. Es decir, lo que colmará nuestro anhelo, nuestro deseo, y nos saciará está siempre más allá.

Por eso también dice Joan Chittister: "La religión está destinada a ser luz, signo, indicación, camino. La religión se convierte en el mapa hacia el lugar en el que nadie ha estado. Pero el modo de avanzar queda en mis manos. Y ese modo de avance es mi espiritualidad". Es decir, y fijaos bien en esta frase: "La espiritualidad hace real aquello de lo que la religión habla". La religión nos lleva a la espiritualidad, y la espiritualidad es camino a la religión. Hay personas religiosas que no tienen una espiritualidad; creen que la religión les garantiza el favor de Dios, pero la religión es el punto de partida, el fundamento de la vida espiritual, no la vida espiritual en sí misma, que va más allá, que apunta más lejos, y que es necesariamente más personal, más implicativa.

Mucha gente abandona su religión, porque no tiene vida espiritual; no sabe lo qué es eso, y claro, se sienten insatisfechas. La religión es el camino hecho, la espiritualidad es el camino por hacer.

2 comentarios:

Miserere mei Domine dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manuel dijo...

Lo dicho no supone que se vea la religión como algo rígido, sino como algo dado, como algo con lo que te encuentras, una estructura, por supuesto que necesaria. Pero ella sóla no valdría si falta que eso que encuentras lo personalices, lo asumas, lo enriquezcas. Eso es espiritualidad. Usando otro ejemplo: la religión es el camino, espiritualidad la singularidad de quien lo recorre. No son realidad opuestas necesariamente; negativo sería que asumas la religión como algo que acepto pasivamente, sin aportarle nada, sin tener que buscar por mí mismo. Una espiritualidad sin una estructura, por otra parte, también adolecería de subjetividad y concreción.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.