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sábado, 21 de noviembre de 2009

San Bernardo en Thomas Merton.

IDEAS SOBRE LA SANTIDAD EN “San Bernardo, el último de los Padres”, de THOMAS MERTON.



1- “El enigma de la santidad es la tentación y ordinariamente la ruina de los historiadores. La santidad nace de un conflicto, de contradicciones que se concilian en la unidad” (28). “Hay otros elementos antagónicos que se deben conciliar y armonizar en todos los santos: lo humano y lo divino” (32). “Insistiendo en aspectos visibles y accidentales, nos quedamos en la superficie de las cosas, pues aquellos emanan de una vida de santidad profunda e invisible. Lo esencial, no lo olvidemos, es lo que no vemos. Todo aquello que se relaciona con el misterio central, todo cuanto se capta fácilmente en la vida de un santo, no tiene gran alcance; a lo sumo es señal de una santidad interior. Los pensamientos y las virtudes de un santo no son cosas maravillosas en sí mismas; sólo son a manera de relámpagos, muy significativos, que emergen de la noche del misterio de Dios y del corazón mismo de ese misterio. Un santo no representa ni su época, ni su país, ni siquiera a sí mismo: es un signo de Dios, signo para su generación, signo para todas las futuras generaciones” (33). “Los santos no sólo poseen la vida, sino que la comunican; sólo aquellos que la recibieron de ellos son los que mejor pueden hablar de su santidad” (33). “Cristo se comunica a los hombres por el ministerio de los santos, y no sólo durante su vida, sino también después de su muerte” (34).


2- “De su madre aprendió ante todo Bernardo a amar a Dios. Ella fue la que echó los cimientos de su santidad, transfundiéndole algo de su sencillez personal, de su abnegación y caridad, enseñándole a rezar y a amar al Salvador crucificado” (36). “El signo característico de una verdadera renovación espiritual es esa especie de contagio que difunde en derredor suyo y que llega a todos los campos de la actividad y de la vida; orienta los progresos del arte, inspira una nueva poesía y música, despierta en los que se aman un lenguaje nuevo para cantar su amor y les concede el que se puedan mirar uno a otro con un respeto completamente nuevo, desconocido hasta entonces” (39).


3- Hay en este libro muchos elementos de una concepción de la santidad preconciliar, que aunque permite vislumbrar las líneas de pensamiento que aparecen el TM en años posteriores, todavía refleja ciertas idealizaciones o comprensiones marcadas sobre todo por la piedad o el dualismo espiritual. Por ejemplo, página 43, dice “Tuvo que aprender que el hombre no es un ángel, que los monjes tienen cuerpo”; me pregunto: ¿Eso hay que aprenderlo, o es natural que lo sepamos? Y luego: “No sólo procuró mortificar sus deseos, sino hasta crucificar sus sentidos”, y también: “el santo, siempre harto puro y espiritual para sentir cualquier tentación carnal, supo no extrañarse de que todos los hombres no se pareciesen a él” (43). Merton, en Louisville, descubrió lo contrario: cuanto se parecía él a todos los hombres. Por otra parte TM reconoce aquí que algunas acciones de Bernardo pueden ser escandalosas hoy, como su apoyo a las cruzadas, pero dice que el poder espiritual que se descubría en él, y que le hizo participar de la política de su tiempo, también forma parte de su santidad. Reconoce que “la santidad es siempre algo trascendente, y, con todo, hay en San Bernardo algo que no hubiese sido lo que fue fuera de los viñedos de borgoña” (62); influencia de su entorno, la gracia edifica sobre la naturaleza. Bernardo es una paradoja, pues rompe con el ideal de vida cisterciense (su vida política), y en esto puede verse en paralelo con la propia experiencia de Merton: “Bernardo sintió siempre preferencia por la vida oculta del claustro, y es falso que sus extraordinarios trabajos hayan amortiguado, por poco que fuese, su espíritu monástico” (63). “Su vida fue un aviso, un sacramento para su época como para la nuestra. Su santidad nos recuerda con elocuencia el hecho de que Dios no cesa de intervenir de manera casi visible en los asuntos humanos” (65). En la página 66 resume la santidad de Bernardo, que es “la santidad del profeta y del mártir”.
(Continuará...)

2 comentarios:

Inés García, aci dijo...

"Todo aquello que se relaciona con el misterio central, todo cuanto se capta fácilmente en la vida de un santo, no tiene gran alcance; a lo sumo es señal de una santidad interior". TM

Copio unas frases de TM que tal vez ayuden a entender un poco la grandeza y profundidad de la santidad de san Bernardo o de otros santos que vivieron circunstancias complicadísimas y fueron fieles a su alianza con el Dios del Amor; de "Nuevas Semillas de Contemplación"(del capítulo "La soldedad no es separación"):
... si buscamos algún medio de ser santos, tenemos, primeramente, que renunciar a nuestra voluntad y a nuestra sabiduría. Tenemos que "vaciarnos" como hizo El...Tenemos que vivir mediante la fuerza de un aparente vacío que está siempre realmente vacío, pero que nunca deja de sostenernos en todo momento...Nada de esto puede ser logrado por ningún esfuerzo mío, por ninguna lucha mía, por mi competición con los demás hombres. Significa abandonar todos los caminos que los hombres siguen o comprenden.
Yo que estoy sin amor, no puedo ser amor a menos que el Amor me identifique con El . Pero si El me envía Su amor, para actuar y amar en mí y en todo cuanto hago, entonces quedaré transformado, descubriré quién soy y poseeré mi verdadera identidad, perdiéndome en El. Y esto es lo que se llama santidad".

Un aporte que dejo con sencillez para el blog sacado de mi lectura de esta mañana.
Saludos,
ines

San dijo...

Casualidades de la vida, Manuel. Regresando de un viaje, leía hoy en una revista una alocución catequética de B. XVI (casualidad también, porque no es que lo lea mucho) sobre Bernardo de Claraval. De cualquier cosa que leo, apunto las frases o ideas que me gustan.
De lo que decía Benedicto, a finales del pasado octubre, he copiado esto: “Para Bernardo, el verdadero conocimiento de Dios consiste en la experiencia personal, profunda, de Jesucristo y de su amor. Y esto vale para todos: la fe es ante todo encuentro personal íntimo con Jesús, es hacer experiencia de su cercanía, de su amistad, de su amor, y sólo así se aprende a conocerle cada vez más, a amarlo y seguirlo cada vez más”. Creo que el objetivo de santidad, de ser mejores, parte en todos nosotros de esa experiencia íntima.
De lo que nos has transcrito, me resulta muy interesante (profundo y poético) el párrafo evidenciado en verde, referencia paginal 39, del texto de TM.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.