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miércoles, 28 de agosto de 2013

LIBRES EN CRISTO




"Mi conversión a la fe cristiana, o para ser precisos mi conver­sión a Cristo, es algo que siempre he considerado como una libe­ración radical de los engaños y obsesiones del hombre moderno y de su sociedad. Siempre he creído y continúo creyendo que la fe es la única protección real contra la absorción de la libertad y de la inteligencia por obra de la servidumbre crasa e insensata de la sociedad de masas. La fe religiosa, y sólo la fe, es la que puede abrir el terreno interior del ser del hombre a la libertad de los hijos de Dios, y preservarle del sometimiento de su integridad ante la seducción de una vida totalitaria. La razón de ello es que inde­pendientemente de lo que piense el  hombre, su pensamiento está basado en alguna creencia fundamental de algún tipo. Si cree en proclamas y doctrinas a las que se le induce a partir de alguna ide­ología política o económica, entregará su verdad más íntima a manos de alguna compulsión externa. Si su creencia es una sus­pensión de todo credo, y una aceptación de la estimulación física por sí misma, todavía sigue “creyendo” en la posibilidad de algu­na felicidad racional alcanzable de ese modo. El hombre tiene que creer en algo, y aquello en lo que cree se convierte en su dios. Servir a alguna entidad humana o material como al propio dios es ser esclavo de lo que perece, y de ese modo estar encadenado a la muerte, al sufrimiento, a la falsedad y la miseria. La única liber­tad verdadera se encuentra en el servicio a eso que está más allá de toda limitación, por encima de cualquier definición, a lo que trasciende todo aprecio humano: eso que es Todo y que por tanto no es cosa alguna limitada o individual. El Todo no es «nada», pues si fuera algo separado de todas las demás cosas, ya no sería Todo. Esta es precisamente la libertad que siempre he buscado: la libertad de verme sometido a cosa alguna y por tanto la libertad para vivir en Todo, mediante el Todo, para el Todo, por Aquél que lo es Todo. En términos cristianos, eso es vivir «en Cristo» y por el «Espíritu de Cristo», porque el Espíritu es como el viento y sopla donde le place, y El es el Espíritu de la Verdad. «La Verdad os hará libres».

Thomas Merton 

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.