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lunes, 14 de julio de 2008

La vida silenciosa.

Entre los libros de Thomas Merton pertenecientes a su primera etapa creativa, dedicada fundamentalmente a promover la vida contemplativa, está “La Vida Silenciosa” (Su título original en inglés, “The Silent Life”). El ejemplar que poseo fue editado por Sudamericana, en el año 1958, y lo encontré hace unos diez años en un viaje de Barcelona a Madrid. Lo vendía un señor mayor, en una de esas carretillas llenas de libros usados, que encuentra uno en cualquier lugar del mundo, y aunque me pareció un poco caro, 2 800 pesetas, estaba casi para volver a Cuba y consideré que valía la pena el sacrificio, pues me había pasado todo ese año a la caza de libros de Merton.
Este libro tiene un prólogo, titulado “¿Qué es un monje?”, y un epílogo, titulado “El monje y el mundo”, y entre ambos las tres partes del libro: La paz monástica, La vida cenobítica y la vida de ermitaño.
En el prólogo explica el propio Merton:

“En estas páginas, consideraremos primero algunos de los aspectos principales de la vida monástica como tal, y luego pasaremos a hablar de las órdenes más importantes que florecen en la Iglesia en la actualidad. Nuestra intención es dar una idea del espíritu monástico tal como se encuentra entre los cenobitas (benedictinos y cistercienses) y los ermitaños (cartujos y camaldulenses)”.

No es desde luego uno de los libros fundamentales de Merton, aunque él mismo lo consideraba un buen libro, cuyo propósito es divulgar las excelencias de la vida contemplativa, e introducirnos en el espíritu de un carisma particular en la Iglesia; su estilo es tradicional, espiritual, propio del Merton en su etapa devota, pero no obstante encontramos siempre esa manera de acercarse al misterio con un lenguaje propio y algunos pasajes enlazan con las reflexiones que acerca del monacato encontramos en el “Diario de Asia”, pero menos purificadas por la experiencia, y también menos abarcadoras.
Hasta donde sé, de este libro no se ha hecho ninguna edición reciente, y además tal vez algunos datos y opiniones pueden estar superados por el paso del tiempo. Aun así, para los que seguimos la obra de Thomas Merton es interesante conocer, y un lujo tener, esta obra.
Termino con un pasaje del libro:

“La victoria de la humildad monástica es la plena aceptación de la acción oculta de Dios en la flaqueza, vulgaridad e insatisfacción de nuestra vida diaria. Es la aceptación de nuestro estado incompleto con el fin de que Dios pueda completarnos a Su manera. Es la alegría de nuestro vacío, que sólo puede ser llenado por Él. Es la paz ante nuestra propia esterilidad, que Dios hace inmensamente fecunda sin que nosotros podamos comprender cómo lo hace”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He buscado ese libro y no he podido encontrarlo. Gracias por la información. Creo que a pesar de estar un poco desactualizado siempre será aprovechable en cuanto a perspectiva para acceder a un mayor conocimiento de vida monástica.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.