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domingo, 6 de julio de 2008

Thomas Merton habla de la oración.


Thomas Merton habla de la oración (En sus conferencias de Alaska)

Vamos a compartir algunas ideas que Merton desarrolla acerca de la oración, fundamentalmente en tres de las 8 conferencias que dio en las dos semanas que estuvo en Alaska. Para tomar una idea primera de los temas veamos los títulos de estas conferencias, según aparecen en el libro que seguimos (“Dos semanas en Alaska”) publicados por la editorial Oniro.
1-Oración, personalismo y el Espíritu.
2-Oración, tradición y experiencia.
3- Oración y conciencia.

Lo primero, Merton se acerca al tema desde el comienzo con una gran apertura: hay muchos enfoques diferentes para hablar de oración, no es una manera única de orar, “deberíamos sentirnos totalmente libres para explorar todo tipo de caminos y métodos de oración”. Como sabemos él estaba interesado en los métodos asiáticos de oración, lo cual le supuso, y supone aun, muchas críticas de personas de mentalidad estrecha, aunque ese interés no tenía nada que ver con una renuncia a su fe cristiana, sino simplemente, según apunta en estos textos, “porque (los asiáticos) están hoy y han estado siempre, profundamente comprometidos con la práctica de la meditación”.


Comencemos entonces a desarrollar nuestra lectura de los textos de Merton. Lo primero, dice, es que “la Iglesia occidental no sabe realmente qué es la meditación”. Hay que distinguir “meditación” de la mal llamada “oración mental”. En realidad es una manera de hablar, porque no se ora con la mente, se ora con el corazón y con lo más íntimo del ser. Este término se utilizo para distinguir una oración más interior de la llamada “oración vocal”. (Santa Teresa hace referencia al tema en sus escritos). Pero, “una oración mental que consistiese simplemente en resolver por medio del razonamiento determinadas cuestiones, eso no sería oración”. Orar no es simplemente pensar en Dios o frente a Dios.

Luego Merton hace referencia a un tipo tradicional y sencillo de meditación cristiana en la Iglesia de Occidente, la llamada “lectio divina”, que es una forma especial de lectura meditativa.

“Tomas en tus manos la Biblia, o cualquier otro libro que sea importante para ti, y te pones a leer tranquilamente de manera que, cuando encuentres algo que merezca la pena, te detienes en la lectura y lo rumias. Si deseas dejar de lado el libro y mirar por la ventana, lo dejas y miras por la ventana. No hay nada incorrecto en tales acciones. Tal vez tengas la impresión de que con esta práctica no estés consiguiendo nada, pero es una buena práctica, que además resulta fácil y accesible”.

Luego de comentar con sus oyentes cómo es el estilo de vida y oración en Getsemaní (monasterio donde Merton vive) se adentra entonces en la teología de la Iglesia oriental ortodoxa, particularmente hablando de uno de sus teólogos, Vladimir Lossky, a quien estaba leyendo en esos días. Le importa a Merton resaltar el papel central que en esta teología tiene el Espíritu Santo, y como la obra de restauración del hombre es la obra del Espíritu, y que vivimos ahora en la edad última, la era escatológica, en la que todo está en manos del Espíritu Santo. La Iglesia occidental sustituye esta centralidad del Espíritu con una muy desarrollada teología sacramental (por los sacramentos somos santificados), cayendo en una especie de “determinismo sacramental” y resaltando el elemento colectivo de la salvación, pero dejando un poco en el olvido el encuentro personal con Dios. (Es decir una “teología del Cuerpo Místico” frente a una “teología del Espíritu Santo”). Es decir, según Merton lee en Lossky, los occidentales estamos tentados de ser colectivistas más bien que personalistas.

“Los creyentes occidentales tenemos miedo de actuar como personas, no nos atrevemos a actuar bajo la inspiración individual y especial del Espíritu Santo”.

Estas reflexiones (vamos a dejarlo aquí, aunque Merton dice algunas otras cosas) son importantes a la hora de desarrollar una teología y una praxis de la oración. El orante ha de dejarse guiar por el Espíritu, superando así las limitaciones de un “yo” cerrado, para abrirnos a la experiencia de lo que llama la teología ortodoxa “comunidad del Espíritu”, en la que somos transformados en el Cristo viviente, resucitado.

“Si una persona se deja guiar por el Espíritu Santo, no tiene ya un cierto yo que defender. No se está defendiendo a sí misma, sino que vive en compañía del Espíritu Santo”.

La personalidad no se identifica con la individualidad. La individualidad es exclusiva, la personalidad no. Cada uno de nosotros posee una individualidad que es exclusiva, pero no se acaba todo ahí; lo que queremos desarrollar es la persona, que se caracteriza justamente por su apertura a los demás, por el hecho de existir para los otros. El Espíritu nos invita y ayuda a combinar unicidad y apertura. De ahí entonces concluimos que no hay realmente oposición entre la oración solitaria y la oración con otras personas; toda oración incluye ambas dimensiones, y debemos orar solos o con los otros según nuestra necesidad concreta, en cada momento particular.

“Nosotros hemos de evitar decir que sólo una u otra forma determinada de rezar es correcta. Necesitamos ser capaces de responder libremente al Espíritu en la oración de acuerdo a las exigencias de cada situación. Este es el verdadero secreto de la vida de oración y para esto es la vida de oración”.

Digamos entonces que el orante ha de ser libre en la libertad de Cristo, respetando la libertad de los otros. “El sacramento del bautismo, sacramento de la unidad en Cristo, ha de completarse con el sacramento de la confirmación, que es el sacramento de la diversidad en el Espíritu”.

Por tanto, cerramos esta parte, más teológica, citando a Merton:

“Es importante que todos, tanto en Occidente como en Oriente, recordemos la necesidad que tenemos del Espíritu Santo, no como algo fuera de lo normal, como una ocurrencia repentina, sino como una realidad siempre presente, algo que forma parte de nuestras vidas.
El Espíritu Santo es una dimensión central y primaria en el estadio presente de nuestra existencia, porque es él quien lleva adelante la obra de formar la nueva creación y de transformarlo y restaurarlo todo en Cristo. La oración tiene que verse en este contexto”.


En resumen: Respecto a la oración cada uno puede y debe encontrar su propia manera de hacerlo, evitando aferrarse exclusivamente a un camino, diciendo: sólo esta actitud es la correcta y quien no la siga se equivoca. Hay muchas formas para orar, antiguas y nuevas, y todas son buenas. (“Todos nosotros tendemos exageradamente a una mentalidad colectiva y concedemos demasiada importancia a la idea de que todos hagamos lo mismo. No estamos suficientemente habituados a la idea de que varias personas pueden estar en el camino correcto de diferentes maneras, y puede haber diferentes maneras de tener razón”)

3 comentarios:

Inés García, aci dijo...

Gracias, estoy siguiendo los textos del libro de Merton y sus comentarios sobre la oración, da nuevas perspectivas para la práctica de la oración diaria, y esto es muy bueno.

Inés

mj dijo...

Hola
Me he leido el texto con mucha atención y agrado.
Pero me quedo otra vez con el resumen que tu haces.
Un abrazo
Jose

Manuel dijo...

Me satisface mucho que estas entradas les resulten útiles, yo he tenido una semana especial con Merton, y quiero mantener este contacto "espiritual" durante las próximas semanas. Los resúmenes (amiga Jose) no son mío, sino también de Merton, me alegro te den luz. Que tengan un buen domingo.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.