¿Qué hacer? Pues ignorarlas, si no les prestas atención ellas desaparecen. También puedes hacer como hacen los budistas: observarlas. Lo importante es sentirse libre frente a eso que sucede.
Prestemos atención a lo siguiente:
“Si se concentran excesivamente en Dios como un objeto más entre otros, tendrán dificultades porque se trata de Dios frente a otros objetos. Y Dios no es un objeto. Dios no es una cosa entre otras, y si colocan a Dios frente a todo lo demás, los problemas a que se enfrentarán serán insolubles”.
“Dios no se opone a nada. Dios no se opone a ninguna de sus criaturas.
Este es el auténtico problema que está latente en algunos libros tradicionales de espiritualidad en los cuales Dios aparece frente a las criaturas desde el principio hasta el final. Si se dejan arrastrar por esa dinámica no hay mucho que esperar. Jamás saldrán de ella. Tienen que poner juntos a Dios y a las criaturas y ver a Dios en Su creación y a ésta en Dios, sin separarlos en ningún momento. En efecto, todas las cosas son manifestación de Dios, mas bien que velos que ocultan a Dios u obstáculos en el camino hacia Él”.
No podemos orar de esta manera: aquí estoy yo, aquí está Dios, aquí los objetos, las distracciones, las personas, y yo luchando todo el tiempo para mantener una línea de comunicación entre Dios y yo, obstaculizada por todo lo demás. (De ahí que “toda la esencia de la oración contemplativa radica en el esfuerzo por superar la división entre sujeto y objeto”). Es necesario adquirir una conciencia más profunda. Las cosas pertenecen a Dios, las personas también, todo es parte de un plan de amor, todo me manifiesta la bondad de Dios. Nada es un obstáculo, todo le manifiesta, le revela. No tengo que luchar contra nada.
“Si dejo que las cosas existan, Dios me hará ver claramente qué es lo que Él quiere que yo comprenda y qué es lo que Él desea que yo sepa. Lo más importante es precisamente dejar las cosas tranquilas, permitir que hagan acto de presencia en nuestra vida y que se desarrollen como ellas quieran”.
En la oración es importante respetar el ritmo de las cosas, ser paciente, estar siempre atento y abierto. Para con Dios, y así el tiempo que dedicas a orar será un tiempo bueno, que merece la pena, provechoso, aunque no sepamos explicar por qué.
En resumen: “Para esto vino Cristo a la tierra: para ofrecer a hombres y mujeres este tipo de libertad, este tipo de simplicidad, este tipo de garantía de las realidades profundas, una garantía de que aquí hay algo”.
“Por eso nuestra vida depende enteramente y por encima de todo de la oración, porque este tipo de conciencia profunda se desarrolla en la oración”.
“Cada uno debe orar de una manera que le resulte personalmente auténtica”.
“Nosotros tenemos que mantener las líneas de comunicación siempre abiertas, de manera que no somos simplemente nosotros, sino Cristo en nosotros y la Iglesia en nosotros, y estamos abiertos a toda esa realidad de verdad, que es la mente de la Iglesia en su sentido más profundo”.
Decir, como los apóstoles: “Nosotros hemos contemplado con nuestros ojos y tocado con nuestras manos la palabra de vida”.
“Nosotros somos más que simplemente nosotros mismos” (TM).
Acotación importante:
La oración no es una vía de escape para huir de la realidad y de los problemas, no puede convertirse en un refugio para no atender lo que nos cuestiona y exige. “Ser cristiano, dice Merton, es complicarse la vida”. La oración nos ayuda a obedecer la voluntad de Dios, a ser dóciles a la Palabra.
1 comentario:
Esta entrada me hace pensar dos cosas: lo prtimero, que orar es fácil y es difícil, segun la mirada que tengamos sobre el tema, pero siempre es necesario.
Lo segundo: que ser cristiano es comprometerse con la vida y con el mundo. No puede ser dar la espalda.
Merton conoció ambas cosas y nos ayuda a comprender.
Gracias por estas meditaciones.
Alfredo.
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