Ernesto Cardenal, poeta y místico, fue discípulo de Merton; de él hemos compartido textos en este blog. En esta ocasión es algo de “Vida Perdida”, primer tomo de sus memorias, donde cuenta de sus entrevistas con Merton, siendo novicio de Getsemaní.
“Otro desconcierto que me producía Merton era que en la Dirección Espiritual que despertaba en mí cada semana mucha expectativa, por el increíble privilegio de poder recibir las enseñanzas de un maestro de vida contemplativa, famoso mundialmente, y que yo había leído y venerado por tantos años, el restringido tiempo que teníamos él lo ocupaba en hablar de cosas no espirituales. Semana a semana yo esperaba las grandes enseñanzas místicas, y él hablaba de Nicaragua, me preguntaba de Somoza y los otros dictadores latinoamericanos, los poetas nicaragüenses, las selvas del río San Juan donde vivía Coronel Urtecho; me contaba de sus amigos de Columbia, Robert Lax, que parece que era su mejor amigo y que sería muy divertido porque con sólo empezar a mencionarlo ya él se estaba riendo.; Mark Van Doren, su profesor de Columbia; o me preguntaba qué estaba leyendo yo en ese momento, o me hablaba de sus lecturas, que eran muchas. Al acabarse el tiempo me preguntaba si tenía algún problema espiritual. Generalmente yo decía que no, porque generalmente no tenía ninguno. Si tenía alguno, por ejemplo el que me abrumaban las distracciones en el coro, me lo resolvía en pocas palabras, y yo quedaba en paz.
Pero yo salía con un sentimiento de frustración. Una vez más mi precioso tiempo de enseñanza espiritual con Thomas Merton se había desperdiciado. Acabado el noviciado yo ya no volvería a tener ningún contacto con él. ¿Pero cómo decirle que yo deseaba una dirección espiritual mejor aprovechada?”.
“Poco a poco fui entendiendo. Cuando me hablaba de la fundación me decía que la vida contemplativa era algo muy sencillo, que no debía tener complicaciones. La vida del contemplativo era simplemente vivir, como el pez en el agua. ¿Hay algo más natural que el pez en el agua? También me fui dando cuenta de que yo había llegado al monasterio creyendo que para ser contemplativo tenía que renunciar a todo lo que yo había sido: al interés por mi país, por la política de Nicaragua y América Latina, los dictadores, el imperialismo, mis amigos, los libros, todo. El que él en su dirección espiritual me hablara de todo esto era una enseñanza espiritual. Sin decirme nunca que me enseñaba la vida espiritual. Al final resultó que me enseñó a ser como él, en quien la vida espiritual no estaba no estaba separada de ningún otro interés humano. Lo que Merton me enseñó, y que no hubiera podido aprender de la mística clásica, es que mi vida era la única “vida espiritual” que yo podía tener y no otra. Y que Dios me quería que yo fuera tal como era y no otro”.
(Páginas 173-174
1 comentario:
Es precioso lo que aprendio este hombre al lado de Thomas M. no???
Dios nos quiere tal y como somos...
Bueno es lo mejor que me llevo hoy, ya lo sabía, pero es bueno recordarlo...
Un abrazo enorme
MJ
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