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sábado, 22 de noviembre de 2008

Una teología narrativa.

Se habla hoy con frecuencia de recuperar lo que se ha dado en llamar "teología narrativa", es decir volver a valorar el modo teológico de presentar las verdades de la fe tal y como se hace en los Evangelios, y en la Sagrada Escritura en general. Esto, sin que rechacemos la teología más racional. Se trata de revalorizar las vivencias concretas de fe, que en la Iglesia han estado presentes en los hombres y mujeres santos, presentados como modelos e intercesores ante el Pueblo de Dios, pero esto ha quedado generalmente al margen de la reflexión teológica sistemática. Es decir, los "santos" para el pueblo sencillo, mientras que la razón teológica es para los estudiosos. Algunos autores del pasado siglo XX intentaron un acercamiento diverso, como es el caso de Romano Guardini o Von Balthasar, pero sigue siendo necesario hoy que se adopte un nuevo modo de hacer teología, donde se conceda un mayor especio a la experiencia espiritual de hombres y mujeres concretos, cristianos ejemplares.
Así he intentado acercarme yo en los últimos tiempos a las biografías de figuras contemporáneas; en primer lugar Thomas Merton, pero también Henri Nouwen, Simone Weil, Etty Hillesum, y otros tantos. Veo en ellos, en el testimonio de su vida y sus escritos una verdadero "teología" que combina audazmente la teoría con la práctica, abriendo nuevos caminos y horizontes en el acceso al "Misterio" de Dios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien interesante esta entrada, porque realmente me hace entender que la teología es mucho más que un ejercicio racional. Claro que la vida ha de ser la mejor fuente de la teología, vida cristiana vivida y sufrida, la del hombre o la mujer de a pie también, y la de esas figuras que sobresalen en su tiempo porque son originales. Me gustaría que comentara un poco más sobre esto.

Anónimo dijo...

Siguiendo la pauta que das en esta entrada he comenzado a releer la vida de uno de mis santos preferidos, con el propósito de descubrir los aspectos más importantes de su comprensión de Dios y de la fe. En este blog siempre ncuentro luces para mi fe, gracias padre manuel.

Anónimo dijo...

Teorizar sin practicar es anacrónico en muchos campos, pero todavía más en la teología. La teología teórica y sistemática, sin vivencia, es verborrea. Continente sin contenido.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.