Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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domingo, 30 de enero de 2011
DESAFÍOS DESDE LA POBREZA
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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4 comentarios:
Me descubro ante esta reflexión tuya, Manuel. Con cada una de tus frases nos pones en contacto con la esencia de la Palabra, profundizas en la auténtica raíz del Evangelio, y a la vez nos interpelas a revisar nuestra mirada y a cuestionarnos actitudes personales y comunitarias (eclesiales) incluso paradójicas con la fidelidad evangélica.
Cada día creo ver con más claridad que no es posible seguir a un Jesús alejado de la vida, de lo humano. El Dios de Jesús tiene un Proyecto Humanizador, que Jesús llama el Reino de Dios: una vida más gozosa, feliz y justa para todos; pero empezando por los últimos, los pobres. Los marginados, los extranjeros, los olvidados, los desgraciados. Pobres de pan, de besos, de compañía, de trabajo justo, de salud, de alegría…
Jesús vincula a Dios no tanto con el culto, con la religión, sino con la vida. Antes la vida que la liturgia, incluso. Y no es buena cualquier religión, sino la religión que esté al servicio de una vida mejor para todos. Para Jesús el mal no tiene clasificaciones legales, morales o dogmáticas, sino que para Jesús el mal es la encarnación humana del sufrimiento: introducir sufrimiento de cualquier índole, y tolerarlo o consentir la injusticia sin presentar oposición o crítica. Hay está el pecado, sin más catalogaciones. Y sobre todo Jesús vive a Dios como Padre compasivo. Sin compasión no hay humanidad.
Reflexionar sobre todo eso, me lleva a la convicción de que Jesús concibe un movimiento, una comunidad de seguidores que simbolice el Reino de Dios, y lo pregone. Y esto no será posible en una iglesia que no sea humilde, que no sea compasiva, que no practique una igualdad fraterna entre todos sus miembros, sin rangos ni categorías. Y ni por asomo creo que pueda simbolizar el Reino de Dios una iglesia que ejerza una dominación masculina sobre la mujer. Esta es una visión, la mía y la de otros muchos, que entiende de una manera concreta el desafío y el reto de ser fiel al Dios original que anuncia Jesús.
"Yo estoy entre ustedes como quien sirve", dice Jesús a los apóstoles, sus amigos, sus seguidores, con los que formó y afianzó una comunidad fraterna, no perfecta, pero sí de gente humilde, a la cual sirvió con una grandeza de alma que nos conmueve y nos mueve a actuar.... Bueno... hacia ahí vamos, si puede ser con criterios comunes cuando hay que discernir qué es mejor hacer o no por los demás, en especial los más pobres, mucho mejor, sino como podamos, con serenidad y sosiego,la invitación es buscar y hallar el bien común para desarrollarlo, desplegarlo hacia los cuatro costados, dentro y fuera de la Iglesia.
Gracias por estas reflexiones tanto del p. Manuel como de San, espero estén bien, rezo por todos.
Hna. Inés, aci
¡Hola Padre Manuel! Que maravilla, todo lo que está escribiendo. Me encantan Merton y Nouwen porque sus escritos son muy reales y humanos, vinculados a la vida.
Me siento extranjera y pobre en ausencia del amor y de la solidaridad humana. Cuando en la familia, en la Iglesia, en las comunidades o en los paises no hay una cultura de solidaridad humana; entonces allí no hay presencia cristiana, no está Cristo. No hay conciencia de lo humano,no hay vida gozosa.
Entiendo mi religión católica y mi fe, en un Dios dador de Vida. De vida abundante.
Mi visión del Reino de Dios en la Tierra es este: Comida de calidad para todos, agua potable para todos,ropa y calzados de calidad para todos. Casas confortables para todos. Excelente educación para todos y empleos y buena remuneración para todos...
Cuando no hay esto que acabo de mencionar o es escaso, hace acto de presencia el mal encarnado en enfermedades, hambre, desnutrición,abortos,crímenes,sicariatos,corrupción.
Es mi humilde y solidaria opinión.Gracias Padre Manuel por traer todas estas reflexiones.Que Dios y María Santísima le bendigan,
Carmen
lA JORNADA SE COMPONE DE NOCHE Y DE DÍA. NO PUEDO ELEGIR VIVIR SOLO EN DIA, ES IMPOSIBLE. EL MILAGRO ES COMPRENDER ESTA DUALIDAD Y ASUMIRLA EN NOSOTROS MISMOS, TRASCENDERLA Y LLEGAR A CRISTO.
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