ITINERARIO DE CUARESMA: Cuando Dios espera para celebrar.
“Haz que el pueblo cristiano se apresure con fe viva y entrega generosa a celebrar
las próximas fiestas pascuales”.
1. Aun cuando el hombre desconozca el verdadero contenido de sus esperanzas
y expectativas, Dios está siempre, de un modo anónimo y abierto, al
final de toda actitud de espera humana.
Pero Dios también espera,
y sale a cada momento al encuentro del hombre. En la parábola
del hijo pródigo, es el padre el que atisba todos los atardeceres
el horizonte aguardando el regreso del hijo, y en cuanto lo descubre,
corre para abrazarle y besarle efusivamente.
La creación se encuentra también en estado de superación y de espera.
La
fe implica una actitud de espera y de expansión: el creyente, como el
universo que le rodea, ha de asumir una actitud dinámica
2. Sabemos que nuestra vida está hecha de
aciertos y fallos, alejamientos y regresos; pero queremos poner delante de
nosotros lo que vamos reflexionando, y como el hijo pródigo exclamamos: Sí, me levantaré, volveré junto a mi padre.
Ya no caminamos, sino que corremos, queremos alcanzar la meta, el gozo que se
nos promete, el abrazo que nos perdona. Aquí se trata de asumir un estilo nuevo:
vida agradecida, alegre y generosa. Palabra clave aquí: celebrar. La prisa, la urgencia, es para la fiesta, para entrar en
una Vida Nueva.
3. Recordamos esta meditación, recreada hace tiempo y compartida en alguna ocasión:
Yo soy una persona a la que Dios conoce perfectamente,
soy una persona CONOCIDA por Dios;
yo mismo no sé a veces quién soy, pero me queda el consuelo de saber que Dios
sí lo sabe, lo sabe de una manera única, conoce cada rincón de mi ser, cada luz
y cada oscuridad de mi vida. Y lo mejor es que, conociéndome como me conoce,
soy también una persona AMADA por
Dios.
Soy además una persona LLAMADA por Dios; llamada desde la eternidad y para la eternidad.
Es evidente que a ese llamamiento respondo mal y que a ese amor que Él me da
soy muy a menudo infiel. Por eso soy también una persona PERDONADA por Dios. NO debemos vivir con sentimientos de culpa,
pues vivimos bajo el signo del perdón, bajo el signo de la Gracia.
Soy una persona ENRIQUECIDA
por Dios: por todo lo que la naturaleza me ha dado, por la Gracia de Dios que
me acompaña siempre, por los dones y la fuerza del Espíritu, que habita en mí.
Puedo decir aquello de San Juan de la Cruz: “Todo es mío, porque Cristo es mío
y todo para mí”.
Soy una persona ENVIADA
por Dios a vivir en la luz de su Gracia, a anunciar su Reino, a dar el
fruto de su Espíritu; enviada a la región de la paz, de la alegría y del amor.
Soy, definitivamente, y por todo lo anterior,
una persona BENDECIDA por Dios.
Ser parte de todo...
¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
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