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viernes, 31 de octubre de 2008

Cuando rezo por los demás...


"Muchas veces he dicho a la gente: rezaré por tí; pero ¿Cuántas veces he entrado de verdad en la realidad plena de lo que esto significa? Ahora ya sé que puedo entrar profundamente en el otro y rezarle a Dios desde su centro. Cuando verdaderamente llevo en lo más íntimo de mi ser a mis amigos y a todas las personas por las que rezo, y siento sus dolores, sus luchas, su llanto en mi propia alma; cuando salgo de mí mismo, por así decirlo, y me transformo en ellos, entonces es cuando siento compasión. La compasión está en el corazón de nuestra plegaria en favor de nuestros semejantes. Cuando rezo por el mundo, me convierto en el mundo; cuando rezo por las incontables necesidades de millones de seres, mi alma se ensancha y quiere abrazarlos a todos y llevarlos a la presencia de Dios.

Pero en medio de esta experiencia me doy cuenta de que la compasión no es mía, sino un don que Dios me ha dado. Yo no puedo abrazar al mundo, pero Dios sí. Yo no puedo rezar, pero Dios si puede rezar en mí. Cuando Dios se ha hecho uno de nosotros, es decir, cuando nos ha permitido a todos entrar en su vida íntima, nosotros hemos podido participar de su infinita compasión.

Cuando rezo por los demás, liberándome a mí mismo y convirtiéndome en el otro, me encuentro con el amor de Dios, que sostiene a toda la humanidad en un abrazo compasivo".


Henri Nouwen, "Escritos esenciales".

3 comentarios:

Rosen Weiss dijo...

Sencillamente bello, descubrirse a uno mismo es descubrir a los demás, en realidad no somos nada de lo que no puede ser el otro..estamos tan unidos y sin embargo tan ciegos que no somos capaces de conocer a nuestros propios hermanos.

Manuel dijo...

Qué bien dicho, amiga: "Tan unidos, y sin embargo tan ciegos". Esa frase vale un millón!!!.

Anónimo dijo...

El dolor del mundo, el dolor del otro, no está en nuestras manos, pero frente a ese dolor tenemos nuestras brazos y nuestra manos. Al final del camino sólo el amor contará.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.