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miércoles, 25 de marzo de 2009

Dorothy Day 2.


De Dorothy Day escribió recién otra mujer, Joan Chittister (monja benedictina de Erie, Pensilvania):

"Lo que siempre me ha gustado de Dorothy Day es que ella fue una más entre las personas a las que dedicó su vida. No fue una filántropa de la zona residencial. No fue una monja que buscaba una buena obra para hacer. No fue una burócrata del gobierno que distribuía dinero y luego se tomaba el tren para volver a su barrio rico.

Ella fue real. Madre soltera, ciudadana desilucionada, mujer pobre, feligresa rebelde, observadora desempleada de la raza humana. Había abandonado la Iglesia. Había vivido en un edificio de viviendas de alquiler del que se habría avergonzado en su infancia. Se había hecho un aborto, y más tarde dado a luz a una hija sin estar casada. HAbía trabajado mucho para no ganar nada y vivir en un apartamento barato y miserable porque no podía costearse algo mejor. Si no hubiera sido por la gracia de Dios, Dorothy Day podría haber sido la pordiosera por excelencia.

Había dejado todos los lugares a los que vale la pena pertenecer cuando lo que importa en la vida son las credenciales... pero si podemos considerar a Dorothy Day un modelo de algo es ciertamente porque su vida no terminó hasta que terminó. Lo que Dorothy Day extrajo de las cenizas de su vida es un monumento a la vida".

("Vidas de Fuego". LUMEN-EDIBESA, 2006)



Robert Ellsberg apunta también en el libro que ya conocemos:

"El enigma de Dorothy Day fue su habilidad para reconciliar sus posiciones sociales radicales con una piedad tradicional y casi conservadora. Su compromiso con la obediencia, la pobreza y la castidad era tan firme como los de cualquier monja. Mas permaneció completamente inmersa en el mundo secular, con toda la precariedad y el desorden provenientes de una vida entre los pobres. Su santa favorita era Santa Teresita de Lisieux, la joven monja carmelita cuyo "caminito" señalaba la senda a la santidad dentro de nuestras ocupaciones cotidianas. De ella tomó Day la comprensión de que cualquir acto de amor podía contribuir al equilibrio del amor en el mundo, cualquier sufrimiento soportado por amor podía aliviar el peso de otros; tal era el misterioso lazo con el Cuerpo de Cristo".


Esa fue la santidad que vivió esta mujer, la de combinar justicia y caridad, la de ver a Cristo en los pobres y dar la vida por ellos, la de recordar a la Iglesia donde estaba su mayor tesoro.


Acerca de la santidad escribió:

"Todo lo que he leído de niña sobre los santos me ha emocionado. Podía advertir la nobleza de entregar su vida a los enfermos, a los inválidos, a los leprosos...Pero había otra pregunta en mi mente. ¿Por qué se hacía tanto por remediar el mal en vez de evitarlo, en primer lugar?... ¿Dónde había santos que intentaran cambiar el orden social, que no sólo ejercieran su ministerio con los esclavos, sino que intentaran erradicar la esclavitud?".


Puedes leer más sobre Dorothy Day en : "La Larga Soledad. Autobiografía". Sal Terrae.

3 comentarios:

Carmen dijo...

Te saludo cariñosamente Padre Manuel. Gracias por mostrarnos tantos testimonios de vida de gente como uno, que fueron felices porque encontraron razones para vivir. Dorothy construyó su vida con sus propias cenizas. Agarrada a su valores y a su fe en Dios. No fue destruída por las tribulaciones ni por las contrariedades.Comprendió su finalidad y propósito en la vida, descubrió la voluntad de Dios, y caminó hasta el final seguiendo el ideal o sentimiemto más profundo que constituía su razón de ser:Escogió amar. Bendiciones,
Carmen

Anónimo dijo...

Esto es lo que la Iglesia necesita siempre, en cada tiempo, con urgencia: testigos.

Manuel dijo...

De Dorothy Day pueden decise muchas cosas más; quizá escriba algo más en estos días. Lo singular de estas figuras proféticas es que en su momento histórico pasaron por personas difíciles y conflictivas, gente rara, incapaces de insertarse en el tejido institucional. Luego, con el tiempo, sus valores se reconocen de alguna manera o se asumen, y entonces esa figura se mira desde otra optica. Dorothy Day está reconocida como sierva de Dios, es decir su vida está en proceso de reconocimiento público de santidad por parte de la Iglesia Católica.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.