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sábado, 18 de diciembre de 2010

ESPERAR CON MARÍA

Desde hace ya varios años, desde mis tiempos como párroco en la catedral de Matanzas, ciudad situada a unos 100 kilómetros de la capital cubana, acostumbro inaugurar los días navideños con una celebración mariana el 18 de diciembre, invocando a la madre de Jesús con el título de Nuestra Señora de la Esperanza. No hay título más apropiado y más hermoso para la Virgen en Adviento, Madre de Nuestra Esperanza. En el cuarto domingo de este tiempo litúrgico la figura de María de Nazaret cobra especial relieve: ella es la que acoge en su seno fecundo el proyecto de Dios, y con su confianza, su asentimiento, su fidelidad, se hace cooperadora de lo Divino. La imagen de María, que gozosamente espera un hijo, es el símbolo más claro de que siempre hay un mañana. La mujer sabe que tras los dolores del parto llega la alegría de una nueva vida, desbordando futuro. Así entramos en la Navidad: confiando, anhelando, acogiendo, ofreciendo. Así queremos recibir también el nuevo año. Así tendríamos que vivir siempre, como quien se sabe fecundo, portador de vida. Imagino a María, sentada junto a José, al calor de una lumbre, en medio de la noche, contemplando un cielo repleto de estrellas. Ella toma la mano de José y la pasa por su vientre hinchado. ¡Qué gozo pensar en el hijo que va a nacer! Porque, más allá de toda vicisitud, un hijo es un don para el mañana, y todo don ha de ser motivo de alegría y de alabanza.

María y José saben que Dios les ha bendecido, y esperan.
Es humano sentir cierta inquietud ante el futuro que les aguarda, pero no sienten miedo. El hijo por nacer aparta todo temor de sus corazones.
Dios ha hecho una promesa, y ahora la misión es ESPERAR.

1 comentario:

San dijo...

Es preciosa esta imagen de la humanidad en femenino como símbolo de la espera confiada, a la que llamamos María de la Esperanza. Y preciosa, tierna y poética tu reflexión, Manuel. Has hecho una invitación con “sangre” artística que nos abre el corazón para acoger con calor a Jesús, que de nuevo se nos regala en la alegría compartida y ofrecida.
Todo corazón humano puede ser vientre materno, cauce divino de esperanza, cuando en él se gesta amor y lo alumbra, lo hace luz para los demás. Hombres y mujeres podemos “dar a luz”, por obra y gracia del Espíritu, esperanza para la humanidad de los que nos rodean.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.