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martes, 11 de marzo de 2014

BUSCANDO UN POZO EN EL DESIERTO...

“Era el octavo día de la avería en el desierto y había escuchado la historia del vendedor, bebiendo la última gota de mi provisión de agua:
-¡Ah!-dije al pequeño príncipe- ¡Son muy bellos tus recuerdos, pero todavía no he reparado mi avión y ya no tengo qué beber, y me sentiría feliz, yo también, si pudiera ir muy dulcemente hacia una fuente!
Pero él seguía hablando de la zorra y la amistad. Y yo pensé: “no mide el peligro”.
Pero me miró y respondió a mi pensamiento:
-Yo también tengo sed…Busquemos un pozo.
-Entonces ¿Tú también tienes sed?
No respondió a mi pregunta. Solamente me dijo:
-El agua también puede ser buena para el corazón….
Y siguió después:
-El desierto es bello.
Y era verdad. Siempre amé el desierto. Uno puede sentarse sobre una duna de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y, sin embargo, algo resplandece en silencio.
- Lo que embellece el desierto –dijo el pequeño príncipe- es que esconde un pozo en cualquier parte.
Me sorprendí al comprender de pronto el misterioso resplandor de la arena.
-¡Sí!- dije- ya se trate de la casa, las estrellas o el desierto, lo que los embellece es invisible.
Como el pequeño príncipe se durmió, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino. Estaba emocionado. Me parecía llevar un frágil tesoro… y me dije: Lo que veo aquí no es más que apariencia, lo más importante es invisible. Y caminando así, descubrí el pozo al clarear el día.

El pozo al que llegamos no se parecía en nada a los pozos del Sahara. Los pozos del Sahara son simples agujeros cavados en la arena. Este parecía un pozo de pueblo. Pero allí no había pueblo alguno, y yo creía soñar. Es extraño –dijo el pequeño príncipe- todo está preparado: la roldana, el cubo y la soga… Y rió. Tocó la soga, e hizo girar la roldana. Y la roldana gimió como gime una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho tiempo.
-¿Oyes? –Dijo el pequeño príncipe- hemos despertado este pozo y él canta
Lentamente levanté el cubo hasta el brocal. Lo puse en firme. En mis oídos seguía el canto de la roldana y en el agua que temblaba todavía vi estremecerse el sol.
- Tengo sed de esta agua –dijo el pequeño príncipe- dame de beber.
- Y comprendí lo que él había estado buscando.
Levanté el cubo hasta sus labios. Todo era dulce como una fiesta. Esta agua era mucho más que un alimento. Había nacido de la marcha bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era buena para el corazón como una dádiva.
- Los hombres de tu tierra no encuentran lo que buscan – dijo el pequeño príncipe- Es que los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón”.


Tomado de: "El pequeño príncipe"
Antoine de Saint-exupéry

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.