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martes, 8 de julio de 2008

Nuestra auténtica libertad.(Merton sigue hablando de oración)


En otra de sus conferencias Merton apuntaba:

“La oración es nuestra auténtica libertad. Es en la oración donde somos verdadera y plenamente nosotros mismos y no estamos bajo ningún poder, autoridad o dominación”.

Veamos qué significa esto, y consideremos otros aspectos que complementan lo dicho en la primera parte de esta meditación. Hablamos de la diversidad de caminos para el orante, del respeto al camino del otro. Y ahora añadimos: la oración no es lógica o razonable, sino todo lo contrario: es ilógica, como ilógica es la cruz, que resulta de un amor inesperado e infinito. El amor es ilógico siempre, el amor va más allá de la lógica. Así pasa también con la oración.
Hemos intentado encontrar un fundamento teológico para nuestra vida de oración, que la fundamente, que le de una estructura (como el agua y el vaso). Para Merton la Biblia tiene esa teología, es un contenedor, es el vaso para el agua de nuestra oración. En la Biblia no encontraremos justificaciones para orar. Es absurdo que busquemos un acercamiento puramente racional respecto a Dios y a la oración. Dios no es simplemente una primera causa matemática que mantiene todo en funcionamiento. Lamentablemente es esa la teología de muchos manuales clásicos, en la que se nos presentan problemas acerca de Dios, el pecado, el mal, que sólo funcionan dentro de un esquema racionalista; es decir, son falsos problemas. Si la oración entra en esta dinámica, deja de ser auténtica.

“Toda teología que pretende justificar a Dios por medio de la razón está condenada a ser una mala teología”.

Fijémonos en el Libro de Job. Ahí se dicen cosas importantes acerca de la oración. Es falso que Job sea paciente, no lo es, discute con Dios, pero al final Dios aparece y dice: Job tiene razón. Esta es teología auténtica, porque no es lógica. Se nos dice que nuestras relaciones con Dios son de tipo personal, y que nosotros no tratamos a Dios de acuerdo con un determinado sistema. No hay un libro que te diga cómo tratar a Dios. En la Biblia se dice simplemente: háblale a Dios; es tu Padre, tú eres su hijo. Lo importante es hablar a Dios con el corazón en la mano. Dios es celoso, no tanto de Su gloria, sino de nuestra libertad, y desea que manifestemos esta libertad y espontaneidad y la realidad de este amor personal por él en nuestra oración.

Escuchemos ahora directamente a Merton, porque lo que dice me gusta, me parece genial:

“La oración nos transporta más allá de la ley. Cuando están rezando, en cierto sentido son ilegales. Entre el corazón y Dios no se interpone ninguna ley. La ley queda fuera de nuestra relación íntima con Dios, y si haces que en las relaciones íntimas de tu corazón con Dios haga acto de presencia una ley confundes las cosas. Entre el alma y Dios no existen leyes”.

(Importante esta acotación: “Esta situación no es natural, sino el resultado de la redención, el resultado de Cristo”).

Por tanto, importante: “No existen leyes, no hay naturalmente una ley de la oración, no existen sistemas. Los sistemas son buenos hasta cierto punto, pero toda su utilidad consiste en que ellos pueden ayudarnos a alcanzar el punto en que desaparece todo sistema (Nos llevan hasta el umbral de la libertad), y allí el trato con Dios es absolutamente libre, tanto de tu parte como por parte de Dios”

Lo único que se exige es sinceridad, nada más. La dificultad es que no nos creemos una libertad tan grande, nos da miedo, y no sabemos qué hacer.
(Tomado de "Dos semanas en Alaska", Thomas Merton, ONIRO)

3 comentarios:

mj dijo...

Buena, muy buena tu entrada hoy...La he disfrutado y sentido...
Es un gran alivio poder leer, de alguien como Merton, lo que dice de la oración...nuestra auténtica libertad...es un consuelo saberlo.
Un abrazo
Jose

Anónimo dijo...

He leido con detenimiento esta entrada, he meditado en la oración su contenido, y me ha servido muchísimo para acceder a una comprensión diversa de mi experiencia oracional. Creo que Merton es genial, y su acercamiento a las cosas espirituales nos permiten asomarnos a lo que tuvo que experimentar personalmente acerca de Dios.
Gracias por compartirnos estos textos.

Anónimo dijo...

Gracias, padre manuel, por compartir con nosotros lo que lee. Estoy reuniendo algunas de las cosas que pone en el blog. No ha pensado en publicar sus lecturas de Merton? Creo sería útil a mucha gente.
Maritza.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.