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sábado, 31 de enero de 2009

La Psicología de la religión 1.


1- La Psicología de la religión es una ciencia compleja y difícil de precisar, porque no hay una sóla psicología, sino diversos modos de acercarse a una misma realidad, y cada uno de ellos tiene su modo peculiar de acercarse al hecho religioso. Esto complejiza el campo a investigar, pues su campo u objeto de estudio no queda claro.
William James: Define religión, como “aquello que inspira sentimientos serios, graves y solemnes”; esta definición deja de lado los aspectos sociales e institucionales del hecho religioso. Hoy, se habla más bien de todo cuanto para los hombres “encierra una relación con algo sobrehumano y supramundano”. Corrientes actuales de la Nueva Era y la psicología transpersonal ponen el tema otra vez sobre la mesa. Las fronteras entre lo profano y lo religioso están poco delimitadas.
Erich Fromm: Es el representante de una psicología humanística, en la que toda trascendencia es eliminada al mismo tiempo que se mantiene la pretensión de encuadrarse en el campo de lo religioso.
La dificultad de la experiencia religiosa para ser comprendida y explicada racionalmente guarda también una íntima relación con el carácter totalizador que dicha experiencia posee en relación con el conjunto de la personalidad: globalidad e intensidad energética. Moviliza en todos los niveles: afectivo, cognitivos, éticos y sociales. Probablemente ninguna otra institución cultural sea capaz de implicar al conjunto de la personalidad con la globalidad y la intensidad con que lo hace la experiencia religiosa.
Por eso, el hecho religioso parece exigir un afrontamiento necesariamente multidisciplinar. Tener en cuanta además las implicaciones personales que dificultan la comprensión objetiva del fenómeno. Estudiamos personas, más que ideas.
La psicología, por ello, no se pronuncia nunca, o no debe pronunciarse, sobre el objeto trascendente de la creencia religiosa. Fija tan solo su atención en la variedad de comportamientos a la que esa creencia da lugar.

2- La experiencia religiosa: ¿innata o derivada? La religión es un fenómeno tan universal en espacio y tiempo que obligaría a pensar que el ser humano es religioso por naturaleza, y que, quieras o no, desemboca en la religión o en sucedáneos de ella. Otros consideran a la religión como una dimensión específica de un período del desarrollo humano que estaría llamado a ser superado si es que se pretende alcanzar cierto grado de autonomía y madurez humana.
Frente a estas tendencias opuestas, y tal vez condicionadas, en la actualidad se tiende a considerar la experiencia religiosa como expresión de una “disponibilidad genérica” que puede ser activada o no, dependiendo esencialmente de factores de orden psico-existencial. Es decir tiene un carácter psíquico no específico., puede o no activarse, sin que ello suponga avance o retroceso en el desarrollo y madurez personal.

Algunos elementos fundamentales en la constitución del sujeto humano:
-Puede elaborar de un modo simbólico sus aspiraciones básicas.
- La aspiración más radical que le constituye es la de llegar a ser reconocido por otro.
-La experiencia religiosa podría surgir como un modo particular, aunque no necesario, de elaboración simbólica de la propia dinámica personal.
- Otros sistemas simbólicos diferentes pueden estructurar la posición de un sujeto ante la vida, ante sí mismo y ante los demás.
- Para algunos no existe una necesidad específica de la religión en la persona humana. La persona no nace, sino que se hace religiosa.
- El ser humano no es por naturaleza un ser religioso. La falta de esa dimensión no supone limitación o mutilación de una dimensión esencial de su ser.

Potencial psíquico de la experiencia religiosa: Al mismo tiempo la dimensión religiosa parece contar con más oportunidades que ninguna otra para ahondar sus raíces en los niveles profundos de la personalidad. Las estructuras afectivas humanas se ofrecen como un terreno particularmente fértil para el nacimiento de dioses, demonios y espíritus. Probablemente no existe un objeto mental de magnitud equivalente al de la representación psíquica de Dios. Pocas dimensiones de la existencia poseen tales implicaciones con el mundo del deseo. Lo religioso ha propulsado la búsqueda intelectual, y también ha raquitizado y reprimido el pensamiento. Tiene un enorme potencial liberador, y lo mismo un potencial destructivo. El deseo, en sus múltiples derivaciones, constituye la energía básica de la fe. Aun en nuestro mundo, para muchos secularizado, la religión sigue teniendo un poder nada despreciable, y habrá que contar con ella en el futuro...
(Estos apuntes son un resumen de: “Experiencias religiosas y ciencias humanas”, de Miguel García Baró, Carlos Domínguez Morano, y Pedro Rodríguez Panizo. Madrid, PPC. 2001.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.