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domingo, 8 de marzo de 2009

La propia santidad.


"En el refectorio se leyó una breve vida de San Benito José Labré, el cual es, decididamente, uno de mis favoritos. No logró encontrar soledad sino convirtiéndose en la persona más despreciada por toda una multitud, hasta caer tan bajo que todos hacían caso omiso de él, aunque tenía que trabajar para mantenerse allí: rechazando la amistad, casi sin hablar, mirando a cualquiera que le tratase bondadosamente como un bienhechor, no como un amigo.

Algo hay en mi naturaleza que me lleva a desear ser un vagabundo, pero lo que sé por experiencia me hace comprender que la santidad no he de lograrla por ese camino. Siempre, incluso cuando recorrí a pié asperos senderos, fui, en sentido estricto, un turista. Y un turista respetable, dicho sea en el sentido peyorativo de la palabra. Incluso como trapense me siento desastrosamente respetable, aunque no convencional. No tengo pulgas, ya sea porque no me gustan, ya porque no creo ser de los que llegan a santificarse comidos de piojos, aunque nadie puede decir de esta agua no beberé.

No me gusta tener los pies mojados, pero ¿Quiere esto decir que mi único camino para llegar a la santidad consiste en tener un paz de zapatos llenos de agujeros? Desde luego, sólo tengo un par para andar para andar por el monasterio y otro para el trabajo, pero el hermano Cornelius los compone enseguida si se agujerean, y si no le advierto que necesitan arreglo, seré llamado al orden en el capítulo.

Empiezo a preguntarme si, después de todo, la santidad para mí no estará relacionada con esa cripta llena de manuscritos, de prosa, de poesía, de cantos gregorianos y de liturgia. Parece absurdo que un hombre pueda santificarse merced a las cosas que le gustan espontáneamente.

La respuesta es, claro está, sencilla. Yo he hecho mis votos según una regla que no implica per se aguantar pulgas, pero de la que depende mi santidad. La esencia de esa regla consiste en la obediencia y la oración, en renunciar a la voluntad propia, en la vida en comunidad, en un indiviso e incondicional amor, y en adorar y alabar a Dios.

Pero más vale no formular preguntas que carecen de sentido. Y, si lo tienen, uno lo encontrará en el momento necesario. Sí, y hallará a la par las preguntas y las respuestas".


Thomas Merton

"El signo de Jonás".

(2 de febrero de 1949)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Preguntas y respuestas, sentido, que muchas veces nacen del desprendimiento.

Dulzura de sentirse cada vez más lejano.
Más lejano y más vago... Sin saber si es porque
las cosas se van yendo o es uno el que se va.
Dulzura del olvido como un rocío leve
cayendo en la tiniebla... Dulzura de sentirse
limpio de toda cosa. Dulzura de elevarse
y ser cómo la estrella inaccesible y alta,
alumbrando en silencio...
¡En silencio, Dios mío!...
Dulce María Loynaz

Anónimo dijo...

Pregunto: ¿Hay santidades diversas o una sólo santidad para todos? Al leer el texto me pongo a pensar entonces: ¿Cuál será la santidad a la que soy llamado?
Javier.

P. Enrique dijo...

hola, estaremos pendientes de sus entradas, me parece interesante lo escrito en este blog. Sólo había visto en las estanterías algunos libros de Tomas Merton, pero con lo que he visto por acá pienso comprarme mi primer libro escrito por él.¿Cual me recomienda?, gracias, bendiciones.

Manuel dijo...

Una buena recomendación sería "La montaña de los siete círculos", para empezar, también, a la par, alguna biografía con una panóramica de su vida.
Bienvenido al blog.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.