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lunes, 10 de diciembre de 2012

Los últimos años de Thomas Merton



  En 1965 Merton abandona el cargo de Maestro de Novicios y recibe autorización para vivir permanentemente en una ermita que se ha construido en terreno del monasterio[1]. No sin dificultades Merton vivirá esta nueva etapa de su vida, redescubriendo entre otras cosas el sentido de la soledad; será en esta etapa en la que Merton vivirá un episodio “singular” en relación con una enfermera que le cuida en una de sus estancias temporales en el Hospital de Louisville, y que en sus  diarios, que recogen los pormenores de la historia,  aparece identificada como M[2]. Fue ciertamente una prueba para él, que acabó superándola y aprovechándola en su proceso de maduración.  El 13 de enero de 1968 hay un nuevo cambio de abad; esta vez es un condiscípulo de Merton, Flavian Burns; Merton había temido que le eligiesen a él,  y había advertido que no aceptaría ser abad. El nuevo superior se muestra más abierto en relación a que Merton aceptara algunas invitaciones que le hacían desde diversos lugares del mundo. En este último año de vida, Merton sale varias veces de Getsemaní: California, Alaska, y finalmente Asia[3]. En este continente aprovechará para adentrarse en un mundo al que había dedicado su atención en el último tiempo: el budismo y el zen. Merton había intercambiado correspondencia con figuras importantes como T.D. Suzuki[4], y ahora se entrevistaría varias veces en su periplo asiático con el Dalai Lama[5] y otros representantes de esas tradiciones religiosas orientales. Estando en Bangkok, en una reunión de abades cistercienses de Asia, le llega la muerte, accidentalmente, poniendo fin así a un itinerario existencial que  estuvo signado por una búsqueda incansable de verdad y de plenitud. Su cadáver fue devuelto a Getsemaní, donde permanece enterrado.


[1] Para seguir todo el proceso de preparación a este momento, en el que finalmente TM conseguirá vivir como ermitaño, puede leerse: T. Merton, Diario de un ermitaño. Un voto de conversación, Diarios 1964-1965, Buenos Aires, Lumen, 1998, 286 p.
[2] M, es Margie, una joven estudiante de enfermería, a punto de graduarse, de ojos grises y cabellera negra, según apunta R. Cao Martínez, en su biografía, Ob. Cit., 110-116. Para leer directamente sobre el tema: D2, 171 y siguientes. Merton ingresa en el hospital el 23 de marzo de 1966,  vuelve a su ermita el 10 de abril. La relación de Merton con Margie, duraría unos tres meses, aunque se  vieron varias veces más, y mantuvieron luego algún contacto ocasional por teléfono hasta pocos meses antes de la muerte de TM. Sobre el sentido de este episodio aludiremos  más adelante en este trabajo. Más información en: J. Forest, Thomas Merton. Vivir con sabiduría, Madrid, PPC, 1997, 189-197(Todo un capítulo del libro).
[3] De estos tres viajes encontramos referencia concreta en sus diarios; en español están publicados  Dos semanas en  Alaska, Barcelona, Oniro, 2000, y Diario de Asia, Madrid, Trotta, 2000. En ingles, aun sin traducir: Woods, Shore, Desert: A notebook, May 1968, Museum of New Mexico Press, Santa Fe, 1982.Al salir en su último viaje, rumbo a Asia, escribió: “Una fuerte sensación de destino, de hallarme al fin en mi verdadero camino después de esperar, de preguntarme y de dar vueltas como un tonto durante años. Que no regrese sin haber resuelto el gran asunto. Y tras haber encontrado también la gran compasión…”. DA, 38 (15 de octubre de 1968).
[4] D. T. Suzuki (1870-1966) fue uno de los grandes difusores del budismo zen en occidente, autor de obras sobre este tema y fundador de una sociedad para el estudio de esta doctrina; mantuvo correspondencia con Merton, y llegaron a verse personalmente. Uno de los libros de Merton, “El zen y los pájaros del deseo”, incluye textos de ambos, estableciendo una especie de diálogo entre dos grandes tradiciones espirituales.
[5] El Dalai Lama, es el líder espiritual del Lamaísmo o budismo tibetano, líder político del pueblo tibetano antes de la invasión china, y actual líder dirigente del gobierno tibetano en el exilio. El 14 y actual Dalai Lama,  Tenzin Gyatso, nació en 1935, con quien TM conversó personalmente en tres ocasiones durante su viaje por Asia.

4 comentarios:

Manuel dijo...

El 10 de diciembre es una fecha importante en la vida de Thomas Merton. Ese día llegó a Getsemaní para quedarse definitivamente. Ese día, en 1968, acabó su vida, de forma absurda, en Bangkok. También el 10 de diciembre es el día de la lucha por los derechos humanos. Me gusta relacionar ambas cosas, porque TM fue un gran humanista, que pudo descubrir a través de su experiencia religiosa la belleza del ser humano. Creo que todo camino espiritual ha de ser humanizador, plenificador de lo humano; una religiosidad que reniega de nuestra humanidad no será nunca autenticamente cristiana

Anónimo dijo...

Los dualismos y separatismos que se han introducido en la espiritualidad a través de las doctrinas de las religiones han sido la raíz de muchos males, y sufrimiento y no pocas renuncias inútiles.
Separar a la Presencia de nosotros mismos, de lo que todos y cada uno de nosotros ya somos, o pretender contraponer la carne, el mundo y la vida al Misterio, no pueden formar parte de ninguna experiencia espiritual, y mucho menos de la cristiana. La división sagrado-profano, divino-humano, constituye una manipulación de lo real.
Merton dejo clara su apuesta por la "unidad original". Y alzó su voz contra la injusticia, gritando sus famosos "digo no...".
Sólo están muertas las personas olvidadas, el olvido es muerte ( dice una canción). Merton habita todavía en muchos corazones. Porque en nosotros esta también la resurrección.

Jordi Morrós Ribera dijo...

Muchas gracias por este comentario sobre los últimos años de Thomas Merton. También da la casualidad que Thomas Merton murió el mismo día en que se concede el Nobel de la Paz, un premio que a veces me atrevería a afirmar que es más paradójico que la propia vida de Thomas Merton. Al menos el año en que murió él se lo concedieron a un jurista europeo promotor de los derechos humanos.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.