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miércoles, 29 de agosto de 2007

Henri Nouwen: Encuentro con un cuadro 2.

El cuadro
Justo antes de dejar Trosly, recibí una invitación de mis amigos Bobby Massie y su mujer, Dana Robert, para que fuera con ellos a la Unión Soviética. Mi reacción inmediata fue: Antes de haber sentido interés por esta obra, ya sabía que el original había sido adquirido en 1766 por Catalina la Grande para el Hermitage en San Petersburgo (que tras la revolución recibió el nombre de Leningrado y que recientemente ha reclamado su antiguo nombre de San Petersburgo) y que continuaba allí. Nunca pensé que tendría la oportunidad de verlo tan pronto. Aunque estaba ansioso por contemplar con mis propios ojos un país que había influido tan fuertemente en mis pensamientos, emociones y sentimientos durante la mayor parte de mi vida, esto se convertía en algo trivial frente a la oportunidad de sentarme ante el cuadro que me había revelado los anhelos más profundos de mi corazón.
Desde el momento de mi partida, supe que mi decisión de unirme a El Arca y mi visita a la Unión Soviética estaban estrechamente unidas. El vínculo cstaba seguro —era El Regreso del Hijo Pródigo de Rembrandt. De alguna manera, tuve la sensación de que ver este cuadro me permitiría entrar en el misterio del regreso al hogar de una forma hasta entonces desconocida para mí.
La vuelta de un viaje agotador a un lugar seguro había significado un volver a casa; dejar el mundo de los profesores y estudiantes para vivir en una comunidad dedicada a cuidar hombres y mujeres con enfermedades mentales me hizo sentir de nuevo en casa; conocer a gente de un país que se había separado del resto del mundo mediante muros y fronteras fuertemente vigiladas, era también una forma de volver a casa. Sin embargo, más allá de todo aquello, significaba para mí, caminar paso a paso hacia el Unico que me espera con los brazos abiertos y desea tenerme en un abrazo eterno. Sabía que Rembrandt entendió profundamente este regreso espiritual. Sabía que cuando Rembrandt pintó su Regreso del Hijo Pródigo, había llevado una vida tal que no tenía ninguna duda sobre su verdadero y último hogar. Sentí que si hubiera conocido a Rembrandt en el lugar donde pintó a aquel padre con su hijo, Dios y humanidad, compasión y miseria, en un círculo de amor, lo habría conocido todo acerca de la vida y la muerte. También tuve la esperanza de que, a través de la obra maestra de Rembrandt, un día sería capaz de expresar todo lo que quería decir acerca del amor.
Estar en San Petersburgo es una cosa. Tener la oportunidad de reflexionar tranquilamente sobre El Regreso del Hijo Pródigo en el Hermitage, es otra. Cuando vi la enorme cola de gente esperando para entrar en el museo, me pregunté cómo y durante cuánto tiempo podría ver lo que más deseaba.
Mi inquietud, sin embargo, desapareció. Nuestro viaje oficial terminaba en San Petersburgo y la mayor parte del grupo volvió a casa. Pero la madre de Bobby, Suzanne Massie, que entonces se encontraba en la Unión Soviética, nos invitó a pasar unos días con ella. Suzanne es una experta en la cultura y arte rusos y su libro The land of the Firebird me fue muy útil a la hora de preparar nuestro viaje. Le pregunté a Suzanne: Ella contestó: .
Durante nuestro segundo día en San Petersburgo, Suzanne me dio un número de teléfono y me dijo: Marqué el número al instante y me sorprendió oir a Alexei, con su amable acento inglés, prometiéndome encontrarse conmigo en una de las puertas laterales, lejos de la entrada reservada a los turistas.
El sábado 26 de julio de 1986 a las dos y media de la tarde fui al Hermitage, caminé junto al río Neva y llegué hasta la puerta que Alexei me había indicado. Entré y alguien sentado tras una gran mesa de despacho me permitió utilizar el teléfono de la casa para llamar a Alexei. A los pocos minutos apareció haciéndome un caluroso recibimiento. Me llevó por una serie de pasillos espléndidos y escaleras elegantes hasta llegar a un lugar inaccesible para los turistas. Era una habitación larga de techos altos: parecía el estudio de un artista de cierta edad. Había cuadros por todas partes. En la mitad, había unas mesas enormes y sillas cubiertas de papeles y objetos de todo tipo. Enseguida me di cuenta de que Alexei era el director del departamento de restauración del Hermitage. Con gran amabilidad y muy interesado por mi deseo de ver el cuadro de Rembrandt con tiempo, me ofreció toda la ayuda que quisiera. Me llevó directamente al Hijo Pródigo, ordenó al vigilante que no me molestara y me dejó allí.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.