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jueves, 2 de agosto de 2007

Ernesto Cardenal habla sobre Thomas Merton.



En el libro “Ministros de Dios, Ministros del pueblo”, que recoge algunas entrevistas de Teofilo Cabestrero a sacerdotes comprometidos en la revolución sandinista, aparecen algunos pasajes en los que Ernesto Cardenal habla sobre Thomas Merton. Creo es interesante reproducir parte de esos pasajes por los datos que pueden aportarnos al conocimiento de Merton.

“Primero tuve una conversión religiosa en que descubrí a Dios como amor. Fue una experiencia de fe amorosa, un enamoramiento. Lo cual me hizo querer vivir en el lugar donde tuviera más aislamiento y soledad y para estar solo con Dios. Y sentí que el lugar ideal para eso era un monasterio trapense. Y por eso ingresé en la Trapa. Allí yo había renunciado a todo, incluso a mi interés por la poesía y a mi interés por la política. Y mi maestro de novicios, Thomas Merton, me hizo ver que eso no debía ser así. Que al entregarme a Dios no debía cambiar mi personalidad sino seguir siendo el mismo de antes, interesado siempre igual por lo que me interesaba antes, interesado por el destino de Nicaragua, por la dictadura de Somoza, por todo lo que antes a mí me había importado. Eso no solo me lo decía Merton conceptualmente, sino que sobre todo me lo enseñaba en la práctica. Él ya había comenzado a conocer el zen y me parece que usaba un método zen conmigo, que consistía en que cuando tenía yo la dirección espiritual con él, en vez de hablarme de cosas espirituales empezaba a preguntarme por Somoza, por el dictador de Venezuela Pérez Jiménez o el de Colombia, etc., o por los poetas de Nicaragua y me empezaba a hablar de los poetas amigos de él. Y así se nos iba todo el tiempo, que yo consideraba un tiempo precioso de dirección espiritual que se había desperdiciado. Estoy seguro de que él lo hacía intencionadamente.
Merton estaba muy interesado en la política y en todos los problemas sociales. Por ese tiempo también había descubierto a Gandhi, se había hecho un gran gandhiano y nos estaba haciendo gandhianos a los novicios. Y por ese tiempo fue también cuando él comenzó a ser un gran defensor de la no violencia en los Estados Unidos. También se interesaba mucho por el diálogo con los marxistas y tenía simpatías por ellos. Esto fue antes del Concilio Vaticano II y antes de que nadie hablara de ello”.


Me pregunto si podría encontrar otros textos en otra parte donde se aclarara la visión de TM sobre los marxistas. Por lo demás, es evidente el interés de Merton por lo social, y que era algo que le caracterizaba e impregnaba a su condición de monje un matiz peculiar.

1 comentario:

pvot?.. dijo...

ahhh me da mucho gusto encontrar un blog como el tuyo
me gusta Ernesto Cardenal, Merton y San Juan de la Cruz
saludos desde México

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.