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viernes, 3 de agosto de 2007

Miguel Grinberg habla sobre Merton.


Miguel Grinberg es poeta y traductor de autores como Padma Sambava -introductor del budismo en el Tíbet-, Rumi, Meister Eckhart, Mahatma Gandhi y de su admirado Thomas Merton. Llevado nada menos que por Allen Ginsberg (al que conoció en Nueva York), fue profesor del Instituto Naropa, la universidad budista de Boulder, Colorado. Además es fundador de la revista Mutantia, creador de la holodinamia un tipo de meditación basada en sonidos y autor de un nuevo concepto: la ecología espiritual. De una entrevista que le hicieran y que encontré en internet, lo que comenta sobre Thomas Merton.


¿Personajes que recuerde?
En primer lugar, un monje trapense, Thomas Merton, uno de los mayores pensadores y poetas cristianos del siglo XX. Lo descubrí en una revista mexicana que publicaba poemas de él traducidos por Ernesto Cardenal. Escribí pidiendo la dirección de Merton y Cardenal me la mandó. Así comenzamos una amistad epistolar que duró seis años, hasta su muerte, en 1968, por un accidente absurdo.
¿Qué pasó?
Murió electrocutado al intentar mover un ventilador. Fue en Bangkok, Tailandia, el 10 de diciembre, cuando asistía a un encuentro de monjes benedictinos y cistercienses de Asia. En esos días había tenido una larga charla con el Dalai Lama, un viejo sueño.
¿Llegó a conocerlo personalmente?
Sí, en 1964 decidí verlo y el abad de la orden autorizó mi visita al monasterio trapense de Nuestra Señora de Getsemaní, en Kentucky, donde vivía. Nos encontramos una fría tarde de invierno, se puso el abrigo y salimos a caminar hasta un lago cercano, en el que nadaban los cisnes. Merton tenía poco que ver con la imagen pálida y solemne que tenemos de un místico. Era rollizo, de muy buen humor y risa fácil, y le gustaba tomar, de vez en cuando, una cerveza con sus amigos. Durante la gélida marcha descubrimos que teníamos un amigo común, el poeta beatnik Lawrence Ferlinghetti. Me confió que le gustaba mucho sacar fotografías y recorrer el bosque con su cámara buscando rincones mágicos. Además, le encantaba el cine, sobre todo el de Ingmar Bergman, y cuando tenía que ir al médico en Louisville, la ciudad cercana a la abadía, elegía el día en el que dieran algo del director sueco.
Luis Aubele

1 comentario:

Anónimo dijo...

Deberías comentar acerca del vínculo de Merton con otros poetas y artistas de su tiempo. Gracias.
Gabriel.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.