El amanecer exige esta rectitud, este orden, esta fiel disposición de la persona toda”.
21 de enero de 1963. Thomas Merton.
Este reconocer la importancia del amanecer en la vida de la persona espiritual me confirma en mi propia experiencia personal, y me hace sentir una mayor afinidad con Merton, pues a menudo, en mi diario personal, he dejado constancia de cuánta luz me deja el amanecer y con cuanta claridad me permite ver mi propia realidad interior. Puede ser una expresión de esta realidad ese refrán popular que dice la gente del campo: “Al que madruga, Dios lo ayuda”. En la ciudad el amanecer es menos bello, pero en el campo es realmente hermoso, en sus colores y su olor, y en ese despertar de todo, en un silencio poblado de sonidos naturales. Me gustaría conservar todo el tiempo esa inocencia que experimento al comenzar la jornada y que me llena de gozo.
Pero cada momento del día puede tener su magia, y el propio Merton recoge en un poema su mirada a un atardecer:
“ORACIÓN A LA CAÍDA DE LA TARDE
Señor, hasta ti levanto
abiertos y brillantes
mis ojos llenos de fe
en la noche.
Tú eres mi solaz y protección.
Llévame de vuelta a casa
y recibe mi dulce plegaria
como el humo del incienso,
desde el fondo de mi corazón
que está libre a tu cuidado”.
Podemos utilizar estos textos para nuestra propia oración, mientras redescubrimos nuestra propia manera de contemplar el día que vamos o acabamos de vivir.
1 comentario:
Estos comentarios que pones son muy iluminadores y me sirven para mi propia oración personal. Quiero darte las gracias por eso. Los textos de Merton los uso como un mantra para mantenerme todo el día en oración y meditación.
Ana Isis.
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