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sábado, 29 de septiembre de 2007

Teresa de Lisieux.


“Teresa de Lisieux, cuya memoria celebra la Iglesia el día 1 de octubre, es una de las pocas figuras de la hagiografía católica que, después del Concilio Vaticano II siguió ejerciendo dentro y fuera de la Iglesia un intenso magisterio espiritual, desde los teólogos, filósofos y sicólogos especialistas del hecho religioso, hasta el lector de la calle”.

Así lo manifiesta el Diccionario de Santa Teresa de Lisieux, publicado por la Editorial Monte Carmelo, que aunque considero no alcanza el nivel de calidad de otros similares dedicados a Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, pero que permite un acercamiento inicial a la figura de esta mujer, cuya imagen frecuentemente a sido disminuida por un acercamiento pueril y mediatizado, que no permite aprovechar plenamente todo el saber espiritual que reunió en su corta pero fructífera vida.
Mi primera lectura de la autobiografía de Teresita (como se la llama habitualmente) tuvo lugar a finales de la década del 80, y aunque me resultó algo piadosa e infantil, intuí una espiritualidad llena de hondas visiones, que luego, otras relecturas sucesivas me permitieron confirmar. Teresita, detrás de esa pantalla piadosa, escondía una claridad y fortaleza espiritual, al nivel de los grandes maestros del Carmelo. Además de estas lectura se sucedieron otras en las que pude profundizar aun más en las líneas espirituales de esta santa, hasta que celebrando un importante aniversario cayeron en mis manos tres libros que volvieron a poner a Teresita frente a mí de una manera nueva; los tres salieron de la mano de Jean- Francoise Six, y se titulan:
1- La verdadera infancia de Teresa de Lisieux. Neurosis y santidad. (Herder)
2- Teresa de Lisieux en el Carmelo. (Herder)
3- Una luz en la noche. Los 18 últimos meses de Teresa de Lisieux (San Pablo).

Recomiendo estos tres textos de manera muy especial para el que desee adentrarse con nuevo espíritu en la vida de esta santa mujer, y luego hacer una lectura nueva de la “Historia de un alma”, ahora de modo renovado, para encontrar en Teresita una verdadera hermana y maestra en el camino a la interioridad, por las sendas del abandono y la confianza. (Es decir, por la senda del Evangelio).

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.