1- Desmantelar el pequeño yo orientado en exceso hacia el mundo y asustado ante el sufrimiento.
2- Intuir y desarrollar en sí-mismo el Ser esencial innato.
3- Hacer desaparecer posiciones o estructuras rígidas, así como aquellos hábitos que paralizan el desarrollo.
4- Tomar en serio e integrar aquellas experiencias encaminadas a tomar conciencia de este Ser esencial y de su manifestación.
5- Adoptar un comportamiento firme que Le exprese.
Y por último, todo ello debe estar impregnado de una inquebrantable fidelidad en el seguimiento del camino interior”.
“Al hablar de “practica” o de “ejercicio” en el Camino, se ha de enfocar siempre bajo dos aspectos:
1- Está el ejercicio que uno hace en un momento dado de la jornada. Son, por ejemplo, el ejercicio de respiración justa o el ejercicio de sentarse en silencio practicado media hora por la mañana; ejercitándose en ellos se entra en el soltar, en la unión con el fondo, en la renovación que se hace al margen de los deberes cotidianos.
2- De otra parte está la práctica en la vida cotidiana: a lo largo de cada día, toda acción no tiene sólo un fin externo, por el que se considere únicamente el resultado de la acción con respecto al mundo. Tiene también un sentido interno; es la forma en que se cumple la acción. Es en este sentido interno donde está, para nosotros, la posibilidad de una ventaja en nuestra evolución.
Para aquel que está en Camino, toda acción, toda obra, sea cual fuere la circunstancia, puede ser ocasión que haga girar la rueda de la transformación cumpliendo las cinco etapas: toma de conciencia de las actitudes falsas, soltar, unión con el fondo en un abandono total de sí, acoger y aceptar la imagen esencial, manifestación por medio de la acción justa”.
“Practica del Camino interior”.
Karlfried Graf Dürckheim.
Ediciones Mensajero.
1 comentario:
Recomiendo encarecidamente los libros de este autor, maestro de la contemplación, quien puede ayudarnos a construir una estructura interior de pensamiento y actitudes propias del hombre contemplativo, y en la cual maduraría mejor toda espiritualidad.
Sergio.
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