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martes, 26 de mayo de 2009

TM sacerdote: "Probado por el fuego".

(Hoy, 26 de mayo, es aniversario de la Ordenación sacerdotal de TM; recordando ese acontecimiento les dejo parte de un trabajo que hice recientemente sobre el sacerdocio en Merton)
Según escribe el propio Merton, en “El signo de Jonás”,la ordenación no constituye el fin, sino el principio de un viaje. Este principio fue fácil y agradable. Pero transcurrido el verano empezó a adquirir gravedad el hecho de ser sacerdote”.[1] Es decir, comenzaron las preguntas, las inquietudes y los desafíos de un ministerio vivido, en unas circunstancias particulares, por una persona concreta. El sacerdote en la vida activa se enfrenta a unos desafíos diferentes a los del sacerdocio en la vida contemplativa; entre otras cosas dice del primero:
“Descubre entonces, en su contacto con el pueblo y con los demás sacerdotes, muchas cosas con las que no contaba. Algunas son alentadoras y otras no. En cualquier caso, enseguida empieza a crecer y a evolucionar, y a los pocos meses ya no es el frío y acaso engreído seminarista que fue hasta entonces. Ha empezado a aprender humildad y compasión en la escuela de las fatigas y los sinsabores”.
[2]
El sacerdote, de cualquier manera, tiene que ser “probado”, ya esté en uno u otro sitio de la Iglesia, “tiene que ser purificado por el fuego”. ¿De qué se trata en concreto?

“Ese fuego es el de la caridad divina, en el cual su alma tiene que hacerse una con el alma de Cristo. El carácter del sacerdocio de Cristo, impreso en lo más hondo de su ser en el momento de la ordenación, ha de desarrollarse durante toda su vida. Cristo sacerdote, Cristo ofrecido a su Padre en la cruz, tiene que reflejarse en la vida del sacerdote, tiene que reflejarse a Sí mismo en las acciones del sacerdote”.
[3]

Pero, si en el caso el sacerdote de vida activa, el crisol de la purificación es el amor a sus semejantes, en el caso de un sacerdote de vida contemplativa, que no ejerce un ministerio pastoral concreto, dice Merton, “el fuego por el que es purificado es el fuego de Dios, en la soledad”. A ese fuego se vio sometido entonces, de un modo tal, que usa la comparación bíblica de Jonás tragado por la ballena, y vomitado allí donde antes no quería ir, desoyendo la voz de Dios.

“Empezó a manifestarse en el fondo de mi alma un misterio que no sabía lo que era y que me llenaba de terror. No se me pregunte qué era. Pudiera explicarlo llamándolo “sufrimiento”. La palabra, empero, no es adecuada, porque sugiere dolor físico. No es esto en absoluto lo que quiero decir. Verdad es que mi salud había empezado a quebrantarse, pero en cualquier caso lo sucedido en ella no fue, en mi opinión, sino un efecto de ese algo impensable que se había desarrollado en las profundidades de mi ser. Insisto: no puedo explicarme en qué consistía. Era una especie de lenta conmoción abismal, que producía extrañas agitaciones en la visible superficie psicológica de mi vida”.
[4]

Es un período de crisis, que como él mismo apunta, afecta a su cuerpo y a su espíritu; tuvo también que ver con la acumulación de trabajo: sus escritos, sus nuevas responsabilidades docentes en el monasterio, y repetidos padecimientos físicos, como una gripe pertinaz, colitis, ingresos hospitalarios e incluso una intervención quirúrgica de nariz.[5]En el mes de abril de 1950, dice, “renuncié a escribir, según pensaba entonces, para siempre”. Pero, a finales de ese mismo año, dice “de pronto descubrí recursos morales completamente nuevos, una fuente de nueva vida, una paz y una felicidad que no había sentido antes y que subsistían frente a mi innominado terror interior”.[6]
[1] SJ, 261
[2] SJ, 261
[3] Ib.
[4] SJ, 262.
[5] R. CAO MARTÍNEZ, Thomas Merton, Salamanca, Sinergia, 2008, 74.
[6] SJ, 262.

10 comentarios:

Inés García, aci dijo...

"Ese fuego es el de la caridad divina, en el cual el alma tiene que hacerse una con el alma de Cristo...
Cristo sacerdote, Cristo ofrecido al Padre en la cruz, tiene que reflejarse en la vida del sacerdote, tiene que reflejarse a Sí mismo en las acciones del sacerdote".

Qué alegría encontrar esta convicción en Merton, me da ánimo para confiar en que es posible también hoy la vocación al sacerdocio, que es tan especial y a la vez tan necesaria para la Iglesia.
Que el Espíritu vaya suscitando las vocaciones necesarias en cada lugar, felíz pentecostés!

Anónimo dijo...

Todos los sacerdotes deberían tener presente que un sacerdote que no sirve, no sirve para nada.

Anónimo dijo...

Lo que voy a argumentar, quede constancia, de que no es una crítica a Merton, a quien admiro, ni un ataque personal a los sacerdotes de buena voluntad.
La dogmática de la Iglesia está acostumbrada a sacar conclusiones de las Escrituras a base de forzar las Escrituras, para que digan lo que nunca pasó por la mente de las Escrituras.
El Papa Ratzinger, en la exhortación apostólica “Sacramentum caritatis”, dice en el cap. IV: “La relación intrínseca entre Eucaristía y sacramento del Orden se desprende de las mismas palabras de Jesús en el Cenáculo: haced esto en conmemoración mía”.
El Papa no descubre nada nuevo. Repite lo que habitualmente se estudia en el llamado sacramento del orden. La Iglesia Católica tiene pendiente un estudio serio, valiente sobre su doctrina de sacramentos en general y, en particular, sobre el llamado sacramento del orden.
Quede subrayado el debilísimo argumento de querer exprimir de una frase de Jesús “haced esto en memoria mía” todo el tinglado sacerdotal, episcopal y eclesial.
Decir que Jesús fue sacerdote es simplemente una metáfora. Creo poder decir con las Escrituras en las manos, y con la tradición de los primeros siglos, que con Jesús se acabaron los sacerdotes. Después de Jesús, ya no hay sacerdocio que valga ni se necesite. Se acabó la teología pagana de tener sacerdotes que ofrezcan los sacrificios sobre los altares, inciensen los templos de la Divinidad, detenten poderes de orden divino, o sirvan de intermediarios entre los hombres y Dios.
Roberto

SAN dijo...

Pienso que Merton, sacerdote, quiso …
Quiso ser pastor
que velara por los suyos;
árbol frondoso
que diera sombra
al cansado;
fuente donde
bebiera el sediento.
Quiso ser canción
que inundara los silencios;
libro que descubriera
horizontes remotos;
poema que deshelara
un corazón frío;
papel donde se pudiera
escribir una historia.

Quiso ser risa en los
espacios tristes,
y semilla que prendiera
en el terreno yermo.
Ser carta de amor para el solitario,
y grito fuerte para el sordo…

Pastor, árbol o fuente,
canción, libro o poema…
Papel, risa, grito, carta, semilla…
Lo que tú quisieras, lo que tú pidieras,
lo que tú soñaras, Cristo
eso quiso ser.

Inés García, aci dijo...

Al leer el comentario de Roberto pensé lo siguiente, a raíz de un texto T.M. que estoy leyendo acerca de la Eucaristía:

"El conocimiento de nosotros que tiene el Cristo sacramental que recibimos en la comunión es un conocimiento que El ha obtenido ya de las profundidades de nuestro ser. Por eso Cristo, en el Santísimo Sacramento, no nos escruta fríamente como si fuésemos objetos, como seres alejados de El y conservando todavía ciertos rasgos enigmáticos. Nos conoce en Sí mismo como a sus "otros yos". Nos conoce subjetivamente, como si fuésemos una prolongación de su propia Persona (y en efecto lo somos). Este conocimiento por identidad no es sólo conocimiento de la ciencia, sino del amor"- de "El Pan Vivo". T.Merton.

En este párrafo T.M., entre otras cosas entiendo que expresa en cada comunión Cristo nos conoce y se da por amor al que lo recibe, porque El quiere.

Si los sacerdotes no celebraran la misa para cumplir con su mandato "hagan esto en memoria mia", el resto del Pueblo de Dios nos quedamos sin comulgar.Simplemente por esto es necesario que haya sacerdotes que celebren.

Pienso que es fundamental reflexionar sobre cómo vivimos los sacramentos hoy para no dejar pasar tanta gracia, tanta entrega de Cristo a través de la Iglesia.

Gracias por todo lo compartido acá en este blog, las distintas opiniones abren paso para seguir buscando nuevos modos de estar presentes como Iglesia.

Anónimo dijo...

Hermana Inés, no he debido dejar clara mi opinión. De lo que se trata es que la iglesia camina hoy hacia comunidades de base, en las que no sería necesario un sacerdote para celebrar la eucaristía, sino que esta función la realizaría un presbítero. Sin mencionar, por obvia, la posibilidad de que lo hiciera una mujer religiosa o consagrada. ¿No se creen ustedes capacitadas o dignas de esa función?
De todos modos, que Dios bendiga su inocencia. Pues sólo en base a ella es posible creer que sin sacerdotes no habrá Eucaristía. Paz y bien, hermana.
Roberto

Anónimo dijo...

Cuando digo presbítero me refiero al Antiguo Testamento: presidente de la asamblea, que no es sacerdote ordenado.

Inés García, aci dijo...

Roberto: los presbíteros, como usted dice, o las mujeres si no reciben el orden sagrado, hoy, no pueden celebrar la misa.
En las comunidades de base o en otras comunidades eclesiales las mujeres podemos participar como ministros de la comunión, y distribuir la Eucaristía en la celebración de la Palabra, o llevarla a los enfermos. Esto es necesario también.
Me alegro de que constate que la iglesia vaya por ese camino de las comunidades de base donde no sería necesario el sacerdote para celebrar, pero todavía no está dado así. Y no sabemos con certeza si este es el camino para toda la Iglesia.
Hoy los únicos que pueden celebrar la eucaristía son los sacerdotes ordenados.
Repito, agradezco que en este blog se puedan dar las opiniones de distintos puntos de vista para seguir profundizando en la fe de la iglesia.

Anónimo dijo...

Al hilo de los últimos comentarios: ¿por qué la iglesia católica sigue discriminando a la mujer? Qué razones, basadas en Jesucristo y no en una tradición sexista antediluviana, hay para que una mujer no sea ordenada sacerdote o para que participe, de hecho y con derecho, en el gobierno eclesiástico.
Es posible que se deba a que las propias mujeres que viven en la iglesia, y especialmente las consagradas, no se unan en una voz fuerte para reivindicar la igualdad de condiciones, tal vez por un mal entendido respeto u obediencia a la doctrina institucional.
Es una lástima, porque la posición de la mujer en la iglesia no sólo es criticable desde dentro, sino que daña la imagen externa de la iglesia.

Carmen dijo...

Permanecer en Dios, confiar en Él, trabajando con Él en nuestro ser interior, nos ayuda a ver el mundo de una manera distinta a como lo estábamos contemplando. Y su acción, la acción de Dios, se realiza "se hace dentro de nosotros" y lo que antes nos parecía insípido, de pronto adquiere un nuevo sabor. Y un cántico nuevo se escucha en nuestro corazón. Podemos sonreír. Es la felicidad. Bendiciones,
CarmenZ

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.