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sábado, 2 de octubre de 2010

EN CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO...

El 3 de septiembre de 1948 Thomas Merton escribe una carta a Evelyn Waugh y dice:
En un monasterio contemplativo donde se supone que la gente ve las cosas con claridad, a veces se vuelve muy difícil ver alguna cosa correctamente”.
La vida contemplativa exige que todas las cosas, todos los propios hábitos de pensamiento y modalidades de acción, sean simples, definidos y libres de movilidad inútil. En cada departamento de la propia vida, he allí nuestra inmensa batalla”.

Yo vivo en un convento, y entiendo lo que dice Merton.
A menudo las mayores dificultades están allí donde todo debería resultar más fácil.
En la vida espiritual nada es obvio, ha de empezarse siempre de nuevo. Ningún descubrimiento es definitivo.
Al mismo tiempo las estructuras que encontramos pueden ser una excelente ayuda para construir la propia senda. Nunca empezamos desde cero.

Apunta Merton:
Supongo que puedo ser contemplativo aquí, así como en cualquier lugar del mundo”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

VERDAD NUNCA EMPEZAMOS DESDE CERO, CUANDO EL ALMA CONTENPLATIVA SABE ENCONTRAR a Dios en todo aquello que le rodea,el alma que vive en contmplación constinua no pierde la paz, por muy dificiles que sean los momentos que se vivan por que sabe que cada momento es un empezar de nuevo un saludo en Cristo Jesús

San dijo...

¡Vaya! Esta vez voy a hacer una triple corroboración: al apunte final significado en el título de la entrada (no la tomo como alusivo a lugar geográfico), a la opinión que Merton refleja en el fragmento de su carta, y a tu sincera reflexión personal, Manuel. Los tres apuntes tienen la fuerza y la veracidad de lo que es irrefutable por su obviedad y la realidad de la experiencia. Además creo que siempre es bueno hacer apuntes así, porque en numerosas ocasiones lo obvio y lo real no resultan tan evidentes para muchas personas. Exponerlo y difundirlo supone siempre ofrecer una posibilidad de ampliar la apertura y el crecimiento. También, por supuesto, abre la oportunidad a un respetable y valioso disentimiento.

Jose Chamorro dijo...

Eso es cierto. A veces pensamos que el hecho de estar resguardado en un convento o monasterio ya hace santo a la persona y, como bien dices, unas veces contribuye la estructura y otras no porque, al final, después de todo, también hay personas que forman al comunidad monastica y la comunidad de vida de cada uno. La clave, o una de ellas, está, como dice Merton, en ser capaz de trascender lo que se ve para Ver de verdad, con una actitud contemplativa.

Gracias por las palabras que compartes.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.