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martes, 7 de agosto de 2007

Henri: un teólogo que oraba.


Para Michael Ford, en su libro HENRI NOUWEN, EL PROFETA HERIDO, es indudable que este reconocido autor es una de las figuras espirituales más notables de su generación, y un sacerdote carismático que actuaba como un poderoso mediador de la presencia de Dios a través tanto de su vida como de sus obras. Era también un hombre lleno de heridas, que se convirtieron en una fuente de curación para muchos, y de hecho vivió una vida espiritual en plena lucha, animando a otras a actuar del mismo modo. No era una persona totalmente equilibrada, sino que vivió en medio de profundas tensiones, pero eso le hizo más sensible a las heridas, tensiones y necesidades de los otros.
1- Como escritor, tenía palabras que conectaban con su tiempo y que ayudaban a las personas a encontrar a Dios y a ser encontradas por él.
2- Percibía la sed espiritual de nuestra época y era capaz de ofrecer consuelo donde únicamente parecía haber desilusión.
3- Conseguía comunicar ideas y conceptos teológicos sumamente complejos formulándolos de manera eficaz y sencilla, pero no por ello menos profunda.
4- Era un teólogo que oraba, y sus palabras procedían tanto de su corazón como de su mente.
5- Llamaba a las personas a una teología viva del encuentro y la comunidad, en la que era posible potenciar las relaciones mutuas y con Dios, y sus libros describen los modos en que los lectores pueden empezar a adoptar esa nueva visión.

“Espiritual” era la palabra más importante en el vocabulario de Nouwen. Parte de su genio particular consistía en que no sólo trascendía las divisiones religiosas e interesaba a todos los cristianos, sino que también atraía a personas de otras tradiciones de fe. Era un sacerdote fiel de formación católica tradicional que atravesó barreras denominacionales. Numerosas personas de cualquier convicción religiosa descubrían gracias a él un camino hacia el corazón de Dios.
Nouwen tenía muchos defectos, pero esencialmente era una persona inteligente, íntegra y compasiva. Era un sacerdote que buscaba impacientemente el amor y la libertad, y llegó a ver la espiritualidad y la sexualidad no como fuerzas rivales, sino como dones procedentes de la misma fuente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que Nouwen dejó inéditos algunos textos sobre sexualidad y espiritualidad?

Manuel dijo...

Parece que sí, lo recoge Michael Ford en este libro que les comento, y la publicación de estos es esperada con interés por lectores y especialistas. Si hubiera seguido con vida puede ser que Henri nos hubiera regalado un libro sobre el tema, pues estuvo leyendo e investigando arduamente sobre ello.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.