Pasar de dar clases a universitarios a vivir con enfermos mentales supuso, al menos para mí, dar un paso hacia la plataforma donde el padre abraza a su hijo arrodillado. Es el lugar de la luz, el lugar de la verdad, el lugar del amor. Es el lugar donde yo quiero estar aunque me da mucho miedo llegar a él. Es el lugar donde recibiré todo lo que deseo, todo lo que siempre he esperado, todo lo que necesitaré, pero también es el lugar donde tengo que dejar todo lo que quiero retener. Es el lugar que me enfrenta con el hecho de que aceptar de verdad el amor, el perdón y la curación es, a menudo, mucho más duro que entregarlo. Es el lugar más allá de lo que uno mismo puede obtener, merecer y de las recompensas que puede recibir. Es el lugar de la rendición y de la total confianza.
Poco después de llegar a Daybreak, Linda, una preciosa joven con síndrome de Down, me rodeó con sus brazos y dijo: Esto lo hace con todos los recién llegados y siempre con absoluta convicción y amor. Pero ¿cómo recibir un abrazo así? Linda no me conocía. No tenía ni idea de lo que había vivido antes de llegar a Daybreak. No había tenido ocasión de encontrarse con mi lado oscuro, ni de descubrir mis puntos de luz. No había leído ninguno de mis libros, no me había oído hablar y jamás había mantenido una conversación conmigo.
Así pues, ¿tenía que limitarme a sonreír, a piropearle y a seguir caminando como si nada hubiera ocurrido? Tal vez Linda estaba de pie en algún lugar de la plataforma diciendo con su gesto: Parece que cada vez —ya sea la bienvenida de Linda, el apretón de manos de Bill, la sonrisa de Gregory, el silencio de Adam o las palabras de Raymond— tengo que elegir entre esos gestos o simplemente aceptarlos como invitaciones a llegar más alto.
Estos años en Daybreak no han sido fáciles. He vivido muchas luchas internas y mucho dolor mental, emocional y espiritual. Nada, absolutamente nada parecía indicarme que el cambio había merecido la pena. Pero el paso de Harvard a El Arca significó dar un pequeño paso en el cambio de actitud de espectador a participante, de juez a pecador arrepentido, de profesor de cómo se ama a persona que se deja amar. No tenía la menor idea de lo difícil que iba a resultar este viaje. No me daba cuenta de lo profundamente arraigada que estaba en mí la resistencia y lo angustioso que sería para mí , caer de rodillas y dejar que las lágrimas corrieran libremente. No sabía lo duro que iba a resultar convertirme en parte del gran acontecimiento que el cuadro de Rembrandt representa.
Cada pequeño paso hacia su interior era como una petición imposible, una petición que me exigía dejar de lado una vez más mi deseo de controlar, de predecir; una petición a superar el miedo de no saber a dónde me llevaría todo aquello; una petición a rendirme al amor que no conoce límites. Sabía que nunca sería capaz de vivir el gran mandamiento de amar sin condiciones ni requisitos. El paso de enseñar sobre el amor a dejarme amar me iba a resultar más largo de lo que pensaba. (Continuará....)
1 comentario:
Este 21 de septiembre es aniversario de la muerte de Nouwen. Este importante autor católico ha dejado su impronta en muchos cristianos, y ha hecho bien entre los que le conocieron o le leen. Una oración por este maestro en ese día.
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