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domingo, 30 de septiembre de 2007

En un mundo de Lázaros.


Lucas 16, 19-31

19 Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y banqueteaba todos los días espléndidamente.

20 Un pobre llamado Lázaro estaba echado en el portal, cubierto de llagas; 21 habría querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico; por el contrario, incluso se le acercaban los perros para lamerle las llagas.

22 Se murió el pobre y los ángeles lo reclinaron a la mesa al lado de Abrahán.

Se murió también el rico, y lo enterraron. 23 Estando en el lugar de los muertos, en medio de tormentos, levantó los ojos, vio de lejos a Abrahán con Lázaro echado a su lado 24 y lo llamó:

- Padre Abrahán, ten piedad de mí; manda a Lázaro que moje en agua la punta de un dedo y me refresque la lengua, que padezco mucho en estas llamas.

25 Pero Abrahán le contestó:

- Hijo, recuerda que en vida te tocó a ti lo bueno y a Lázaro lo malo; por eso ahora éste encuentra consuelo y tú padeces. 26 Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima inmensa, así que, aunque quiera, nadie puede cruzar de aquí hasta vosotros ni pasar de ahí hasta nosotros.

27 El rico insistió:

- Entonces, padre, por favor, manda a Lázaro a casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos: que los prevenga, no sea que acaben también ellos en este lugar de tormento.

29 Abrahán le contestó:

- Tienen a Moisés y a los Profetas, que los escuchen.

30 El rico volvió a insistir:

- No, no, padre Abrahán, pero si uno que ha muerto fuera a verlos, se enmendarían.

31 Abrahán le replicó:

- Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, no se dejarán convencer ni aunque uno resucite de la muerte.



Comentarios de Pedro Olalde

La parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón es una historia popular, según muchos, procedente de Egipto e introducida luego en el Evangelio. Con ella, se nos quiere decir: Ya que nuestro destino eterno va a ser vivir en el amor, vivamos ya desde ahora este estilo de vida, preocupándonos mucho más de nuestros hermanos los pobres.

Esta narración no pretende atemorizarnos. Dios lo único que desea es salvarnos, a los que de antemano nos ha constituido en su pueblo.

Del rico no se dice que fuera inmoral: ladrón, homicida, mujeriego o blasfemo. Lo único que se afirma es que no hizo el más mínimo caso del pobre, con quien se cruzaba todos los días. Esto deshumaniza profundamente al rico y le ciega, haciéndole inconscientemente cruel.

En la plegaria eucarística se pide: “Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido”.

Sin duda, el pecado del rico Epulón fue la insensibilidad hacia el mendigo Lázaro, de cuya presencia apenas se daba cuenta. Es el evangelio de Lucas el que subraya que Jesús fue muy sensible ante el dolor ajeno: tuvo compasión de la viuda de Naín, de la mujer pecadora pública que irrumpe en la casa del fariseo Simón, de los enfermos a los que cura…

El samaritano del Evangelio de Lucas es bien distinto a este insensible Epulón. Aquél, ciertamente, sintió compasión del que estaba tendido en el camino. Y ese buen samaritano es, quizás, una de las mejores imágenes de quién fue Jesús: el que tuvo compasión de sus hermanos, tantas veces caídos y abandonados por los caminos de la vida.

La plegaria eucarística continúa con la siguiente petición: “Que tu Iglesia sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”. Y bien se puede añadir a esas cinco notas de la Iglesia, una más: la solidaridad, que añade algo muy importante a la palabra justicia: la de la empatía, la de la compasión hacia el dolor ajeno, especialmente hacia los más desfavorecidos.

Concluyendo, en expresión de Jon Sobrino, no tenemos otra salida que la austeridad solidaria.

En nuestro consumo, las famosas tres R de los ecologistas: reducir (el consumo), reutilizar, reciclar para salvar el planeta y nuestra propia persona, nuestra humanidad.

Pero añadiendo otra R: redistribuir, hacer que lo que nos sobra salve vidas, dé vida a otros. Y no lo que nos sobre según el nivel de vida que tenemos, sino el que debemos tener, atendiendo a lo verdaderamente necesario, no a lo superfluo, que a nosotros nos parece hoy imprescindible.

El mundo es hoy una proyección perfecta de la parábola. Naciones enteras que viven en la abundancia frente a naciones enteras, muchísimas más, que mueren de hambre y de enfermedad y de miseria. Con lo que tiran las primeras podrían saciarse las segundas.

La tremenda crisis que ha supuesto el ataque a EE UU ha hecho que muchas personas en el mundo se pregunten por las causas profundas de tanto odio. Y todos las ven en la injusticia radical de las relaciones entre los pueblos.

Si la dramática situación que hoy vivimos, no nos hace reflexionar sobre las semillas de odio y venganza que siembra en el mundo la radical injusticia de las relaciones internacionales, se cumplirán otra vez las terribles palabras finales de la parábola:

“Aunque los muertos resuciten, aunque los televisores les llenen de muertos de hambre o terrorismo las salas de estar de sus hogares, no cambiarán.”


Dame, Señor, una mirada compasiva
hacia el Hermano que no tiene qué comer.
ATENCIÓN: Una buena amiga quiere compartir ideas sobre el tema de la pobreza, muy a propósito de la entrada de hoy; puede leer su aporte en los comentarios de esta misma entrada. Invito a todo el que quiera aportar sus ideas a este blog que lo haga, escribiendo en los comentarios directamente, o escribiendo a mi correo personal, que aparece al final de la página.
Y otra cosa: la imagen que acompaña a esta entrada es una pintura de Zaida del Río, pintora cubana, y se titula precisamente San Lázaro; esta es una devoción muy arraigada en la religiosidad popular cubana, apoyada precisamente en Lázaro de esta parábola de Jesús.

1 comentario:

Manuel dijo...

UNa buena amiga me hace llegar este comentario que comparto con ustedes, propósito del tema de reflexión de este domingo:

Como te dije, estoy leyendo sobre el sentido evangélico de la pobreza. El evangelio de hoy me viene muy bien, así como el comentario que aportas de Pedro Olalde.

Te adjunto un resumen del prólogo del libro del que te hablé, el prólogo es del cardenal Franc Rodé C.M. El libro está escrito por un cartujo anónimo.

"Jesucristo en el evangelio nos propone una riqueza que no se consigue acaparando cosas, sino dando y dándose; porque la verdadera riqueza no está fuera de nosotros sino dentro y solamente teniendo alma de pobre podemos ser ricos de verdad.
La pobreza material es sólo un aspecto, una dimensión, de la pobreza integral que debe abarcar a toda nuestra persona. Se trata sobre todo de ser pobres de nuestro "yo" de que seamos capaces de desprendernos de todo lo que no es Dios, la única riqueza de nuestra vida.
Sin embargo, hay que ser realistas y contar con los obstáculos que vamos a encontrar en este camino de desapropiación: el peso de las costumbres adquiridas, el ambiente que se respira en la sociedad y la falta de una decisión firme para buscar verdaderamente nuestra riqueza en Dios."

Y aquí una cita de Thomas Merton:
"¿Por qué son tan pocos los que se hacen pobres por amor, a fin de encontrar a Dios en la pobreza y, a la vez, llevarlo a otras personas?"

Seguiré leyendo tus comentarios… De lo que yo te mando puedes publicar en el blog lo que creas oportuno.
Un abrazo. Caridad

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.